Las manchas solares son zonas de nuestra estrella en las que se concentran los campos magnéticos. Desde fuera se ven como enormes puntos negros y la frecuencia de sus apariciones determina los llamados ciclos solares, que suelen durar unos 11 años entre un máximo de manchas y otro. A lo largo de los mismos varía también la intensidad de las corrientes geomagnéticas que llegan a la Tierra y que afectan a los satélites y a las redes de comunicaciones.

Sin embargo, un estudio realizado por el Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) de EE UU ha revelado que las descargas energéticas que nos envía el sol no están determinadas solamente por sus manchas. De hecho, han constatado que en el último mínimo solar (la época con menos manchas solares), en 2008, el flujo de electrones que llegó a nuestra atmósfera superó en más de 3 veces al registrado en el mínimo solar anterior, en 1996.

A partir de estos datos, los investigadores deberán plantearse nuevos estudios para comprender el mecanismo que gobierna las corrientes energía solar, qué otros factores pueden influir en él y, sobre todo, la forma en que afectan a nuestro planeta.

Pilar Gil Villar