Hace unos años los astrónomos se sorprendieron al detectar por una altísima señal de radio sin origen determinado, un rugido espacial que sigue sin tener explicación

En el espacio, nadie puede oírte gritar, decía el cartel de la primera película de la serie Alien. El motivo es bien conocido: en el vacío del espacio no hay aire, y por tanto no puede haber sonido. Sin embargo, en 2006, la NASA descubrió algo que denominaron «rugido espacial», una señal seis veces más fuerte de lo que nadie esperaba.

Esta señal no es un sonido, sino una señal de radio. El rugido espacial fue descubierto por primera vez por ARCADE, el Radiómetro Absoluto para Cosmología, Astrofísica y Emisión Difusa, por sus siglas en inglés. Se trata de un detector que la NASA acopló a un globo estratosférico, que se elevó hasta los 36.000 metros de altura con el objetivo de buscar señales de radio de galaxias lejanas.

Las ondas de radio son radiación electromagnética, igual que la luz visible o la luz infrarroja que permite al telescopio Webb tomar imágenes asombrosas. Las ondas de radio que emite una estrella como nuestro sol no son muy diferentes de la luz que recibimos. Es el motivo por el que tenemos enormes radiotelescopios, como el malogrado de Arecibo. Debido a la expansión del universo, la luz lejana va disminuyendo su energía a medida que viaja, y la luz de alta energía acaba convirtiéndose en ondas de radio.

Esta era la misión de ARCADE, detectar estas débiles señales de radio de estrellas lejanas sin el obstáculo de la atmósfera de la Tierra. En su lugar, recibió el equivalente en radio a encender la televisión con el volumen al máximo. Los investigadores lo describieron como un «boom», seis veces más fuerte de lo que nadie había previsto.

Tras algunas investigaciones, los científicos descartaron la idea de que se tratara simplemente de estrellas primitivas muy ruidosas. También descartaron que procediera de algún modo del polvo de nuestra propia galaxia. Se trataba simplemente de una ráfaga de radio, bautizada como «rugido espacial», que parecía formar parte del ruido de fondo, sin razón alguna.

El rugido, o emisión radiosincrotrón de fondo, es una señal difusa que proviene de todas las direcciones, por lo que se descarta que la cause un solo objeto. La señal también tiene un espectro de frecuencias, o «color», que es similar a la emisión de radio de nuestra propia Vía Láctea.

Desde finales de la década de 1960 se sabe que la emisión de radio combinada de las galaxias lejanas debía formar un fondo de radio difuso procedente de todas las direcciones. Lo que no se esperaba es su magnitud, que no se puede explicar porque no parece que haya seis veces más galaxias de las que ya se conocen. Esto plantea muchas incógnitas sobre su origen.

Aunque el rugido espacial ha despertado el interés de muchos, todavía no hay una explicación para él. Hay aún controversia sobre si procede de nuestra galaxia, la Vía Láctea, o de fuera de ella, aunque esta última es la más probable según los expertos. También se especula con que sea radiación residual extendida por multitud universos paralelos, o bien que proceda de la aniquilación de la materia oscura, o que la produzca el polvo y el gas interestelar.

En cualquier caso, el rugido espacial es un problema real que entorpece la captación de las ondas de radio provenientes de las primeras estrellas tras la formación del universo. Un misterio más que la ciencia debe resolver.