El 24 de abril de 1990 despegaba el trasbordador Discovery con un preciado tesoro a bordo: el telescopio Hubble. El gran ojo mecánico lleva un cuarto de siglo en órbita y sus imágenes han conseguido transformar nuestra idea del Universo. Las espectaculares regiones de nacimiento de estrellas, las vistas de galaxias de perfil o los primeros planos de nuestros vecinos del Sistema Solar han nutrido pósters, sueños y fondos de pantalla.

Junto a ellos, una legión de retratos menos glamurosos, pero de incalculable valor para los astrónomos. Los logros de este instrumento ya le han granjeado un lugar de honor en la Historia de la Ciencia. Para homenajearlo, hemos pedido a quienes trabajan más de cerca con sus resultados que lo celebren desde nuestras páginas. Aquí tienes sus respuestas –reflexiones, recuerdos y loas– acompañadas de los retazos de Universo que nos ha regalado el telescopio.

El regalo más reciente

Para celebrar el 25 aniversario del lanzamiento del Hubble al espacio, hemos pedido colaboraciones de homenaje a destacadas figuras relacionadas con el mundo de la astronomía.

En primer lugar, os ofrecemos esta imagen que la Agencia Espacial Europea (ESA) acaba de publicar para lanzar lo que han llamado «fuegos artificiales en el cielo».

El festín para nuestros ojos se esconde en el cúmulo Westerlund 2, un tupido puñado de 3.000 estrellas de la constelación Carina, a unos 20.000 años luz de nosotros. En él residen algunas de las estrellas más masivas, calientes y brillantes que se han visto jamás.

El prefe de los astronautas

Pedro Duque, astronauta de la ESA y la NASA:

Por supuesto, el Hubble es la herramienta de astronomía óptica más importante que existe, pero para los astronautas también es el instrumento más querido.

Este telescopio se ha venido modernizando a lo largo de los años, para ir aumentando su capacidad gracias a la visita de nuestros técnicos y a la concienzuda ejecución de labores de mantenimiento en condiciones extremas con perfectos resultados.

Más de lo que la gente piensa: en 1998 nosotros llevamos al espacio en el Discovery nuevos equipos para el Hubble para probar su comportamiento a la altura del telescopio.

Esta es la normalidad a la que aspiramos con la exploración del espacio: la capacidad de reaccionar a problemas, enviando un equipo a donde sea para hacer mejoras o reparaciones. Y así ser capaces de utilizar cada vez más el espacio para mejorar la vida de todos.

Imagen: Claude Nicollier (ESA) reparando el Hubble en 2002.   

 


 

 

La importancia de una buena herramienta

Luis Cuesta, jefe de la Unidad de Cultura Científica del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA): 

Los astrofísicos tenemos fama de frikis. En general, todos los científicos, pero quizá los astrofísicos seamos el prototipo de científico friki. En nuestra defensa se puede decir que somos un grupo aparte de científicos: nuestro objeto de estudio está muy lejos, no podemos tocarlo, ni cambiarlo, no existe interacción. Para entender cómo es el Universo tenemos únicamente a los fotones como mensajeros de la información. Así que hemos tenido que desarrollar metodologías que nos permitiesen extraer toda esa información y elaborar teorías que explicasen las observaciones. Y, tanto o más importante que las metodologías, hemos tenido que construir telescopios que fuesen capaces de aprovechar al máximo los pocos fotones que nos llegan de las estrellas.

Nuestro entendimiento del Universo ha ido cambiando según se construían telescopios cada vez más grandes. Pero el cambio radical, el cambio más significativo en este camino del conocimiento se dio hace 25 años cuando se inició la época del Telescopio Espacial Hubble (HST) que revolucionó nuestra manera de ver el Universo: fue como ponerse las gafas y dejar de ver borroso.

Por esa época yo estaba en pleno desarrollo de mi trabajo de tesis estudiando un tipo particular de nebulosas planetarias, las muy energéticas. Las nebulosas planetarias son de los objetos más fascinantes y agradecidos que se pueden estudiar en Astrofísica. Corresponden a uno de los estados evolutivos finales de estrellas como el Sol o un poco más masivas. Es lo que le ocurrirá a nuestra estrella dentro de unos cinco mil millones de años cuando, después de agotar su hidrógeno, se convierta en una gigante roja, expulse la mayor parte de su fotosfera y, luego, se convierta en una enana blanca que “pinte” de colores rojos, verdes y azules (gracias a la ionización) todo ese material que ha formado estructuras muy variadas pero, generalmente, en forma de concha.

Mi interés con estos objetos era entender cómo se crean formas tan diferentes con condiciones de inicio aparentemente similares. Uno de esos objetos fue la famosa (decir famosa en este caso quizá denota un poco de frikismo) Nebulosa del Esquimal (NGC 2392). Después de estudiarla llegamos a la conclusión de que era el resultado de una sucesión de expulsiones de material que se había ido acumulando.

Después, cuando el HST empezó a estudiar las nebulosas planetarias todo cambió y entendimos mejor todos los procesos aunque, como sucede siempre en ciencia, también se abrieron nuevas incógnitas para todas esas estructuras nuevas, inimaginadas hasta entonces, y que sólo la nitidez de las imágenes del telescopio espacial permitía.

Ahora, cuando veo las imágenes de NGC 2392 tomadas con el HST me preguntó: ¿dónde se ha ido el esquimal?

 

Un esfuerzo colectivo con recompensa

Javier Ventura-Traveset, Portavoz de la ESA en España: 

El Telescopio espacial Hubble es hasta la fecha el observatorio espacial más fructífero y prolífero de la historia. Los descubrimientos asociados a él han revolucionado prácticamente todas las áreas de la astronomía, cosmología y la ciencia planetaria.

Los 25 años del Hubble constituyen el reflejo de un esfuerzo colectivo sin precedentes de la comunidad espacial: cinco misiones de servicio con astronautas; reparación e instalación de nuevos instrumentos; recambio de paneles solares, giróscopos, unidades de control, magnetómetros; elevación de su órbita gracias al transbordador. Es decir, una odisea espacial con un beneficio científico colosal.

En este 25 aniversario creo que es de justicia destacar también la extraordinaria contribución de Europa al Hubble por medio de la Agencia Espacial Europea. Aproximadamente el 15% del telescopio ha sido construido por la industria espacial europea a través de contratos con la ESA. Varios de nuestros astronautas han participado en las misiones de reparación y varios de nuestros ingenieros y científicos trabajan desde el principio de las operaciones del Hubble como representantes Europeos en el Instituto Científico del Telescopio Espacial (STScI) en Baltimore.  

Esta contribución tan importante ha permitido a nuestros científicos europeos un acceso privilegiado a observaciones, superando con creces, gracias a la calidad técnica de las solicitudes, el 15% de tiempo de observación inicialmente asignado.

Durante estos 25 años se han realizado más de un millón de observaciones, que han generado más de 10.000 publicaciones científicas. Esas observaciones científicas, esa librería del universo, está en España, en el centro Europeo de Astronomía Espacial de la ESA (ESAC), desde donde se gestiona el constante acceso de la comunidad científica internacional al archivo del Hubble.

Imagen: Auroras boreales en Saturno.

 

25 años de emociones

Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional (IGN):

Con el Hubble hemos vivido 25 años de intensas emociones. Sin duda cada imagen del universo que nos ha enviado nos ha fascinado, pero sus peripecias y problemas también nos han impactado formidablemente. Uno de los momentos más emotivos se produjo cuando, en el año 2004, la NASA canceló la misión del transbordador espacialdestinada a reparar y llevar nuevos instrumentos al Hubble. El telescopio necesitaba baterías, un juego de giróscopos y detectores más potentes para poder seguir funcionando. Sin esa intervención, el Hubble moriría.

 

Sesudos expertos concluyeron que no era posible reparar el Hubble con una misión robótica, y, debido al desastre del Columbia del año 2003, la NASA se negaba a enviar una nueva misión tripulada. En ese momento se inició en la calle una gran campaña para salvar al Hubble: además de las intervenciones de muchos científicos ante las autoridades y en los medios de comunicación, hubo manifestaciones públicas de los ciudadanos de a pie y multitudinarias recogidas de firmas.

¡Decididamente el telescopio había conquistado muchos corazones! La NASA recibió millares de cartas solicitando la reparación, los remitentes eran personas de todo tipo y condición, muchas de estas cartas iban escritas por niños. Incluso se recibieron ofertas de voluntarios dispuestos a correr el riesgo y volar en el transbordador espacial para participar en la reparación.

 

El Congreso de los Estados Unidos se hizo eco del clamor y al final la NASA tuvo que ceder a la presión de los ciudadanos. La salvación del Hubble llegó en abril de 2005 con el nombramiento de un nuevo Administrador de NASA: Michel Griffin, quien tomó la decisión de preparar una nueva misión tripulada que permitiría la reparación del telescopio en 2009. Griffin pasó a ser así una especie de héroe. Gracias a esta decisión y a esta última misión de servicio, el Hubble nos ha continuado emocionando con sus maravillosas imágenes, ha acercado el cosmos a la humanidad como nunca se hizo antes, nos deja un legado científico de enorme valor, y nos ha proporcionado una razón para sentirnos orgullosos de la humanidad, de estos seres humanos que en su afán de conocimiento son capaces de aunar esfuerzos a nivel global para realizar hazañas del calibre de este gran telescopio espacial.

 

 

La herencia de un nuevo cosmos

Javier Armentia, director del Planetario de Pamplona:

A mediados de los 80 comencé a dedicarme a la divulgación astronómica, dando charlas y cursos. Disponer de buenas imágenes de objetos astronómicos era algo complicado y caro. Por supuesto, no solamente no existían las redes, ni las imágenes digitales, sino que la colección existente se limitaba a unas pocas -eso sí, bellísimas- imágenes de los grandes observatorios, y al trabajo no demasiado conocido fuera de la profesión de grandes astrofotógrafos como David Malin, que desde Australia había ido proporcionando las más bellas imágenes astronómicas accesibles. Estaban, claro, las imágenes y vídeos de las misiones planetarias, y poco a poco iban apareciendo nuevas imágenes.

El Hubble también cambió el mundo, porque comenzó a proporcionar bellísimas imágenes llenas de color de nebulosas, de galaxias, una nueva visión del Universo que es insoslayable.

Los astrofísicos sabemos que gracias a los grandes telescopios terrestres que comenzaron a funcionar en los 80, y a los observatorios espaciales que, especialmente a partir del Hubble, permitieron observar a la vez desde muy distintos lugares, con gran capacidad de resolución y detalle, y sobre todo en un amplio rango de longitudes de onda, nació una nueva astrofísica y se desarrolló como nunca en la historia de la Astronomía. Los avances de estos últimos 25 años han sido tan poderosos que nuestra idea del Universo es ahora tan diferente que parece increíble que solo haya pasado un cuarto de siglo.

Pero, también, y no es algo menor al lado de los avances más científicos, hemos aprendido a amar un Cosmos sorprendentemente bello y misterioso.

En el año 85 me sentía afortunado porque con otros grandes astrofísicos y divulgadores, como Jaime Zamorano o Benjamín Montesinos, habíamos conseguido reunir en el Departamento de Astrofísica de la Universidad Complutense de Madrid una colección de unas 200 diapositivas que considerábamos un tesoro único para hablar del cielo. Gracias al Hubble y a otros ojos que miran al Cosmos, esa colección está accesible a todo el mundo y simplemente a través de un buscador. Una herencia que también nos ha cambiado la vida.

Imagen: Iniciativa Somos 1.000 del Planetario de Pamplona: un mosaico formado con las fotografías de aficionados e imágenes tomadas por el Hubble para celebrar el aniversario.

Un estallido lejano

Alberto J. Castro-Tirado, Profesor de Investigación en el Instituto de Astrofísica de Andalucía- CSIC:

¡Felicitaciones al Hubble en su XXV Aniversario y a todos los que contribuyeron a que esta misión internacional fuera y siga siendo un éxito! Gracias a él hemos podido ahondar un orden de magnitud más en las profundidades del Cosmos y varias generaciones de astrónomos han podido cumplir el sueño que empezó a idearse a mediados del pasado s. XXI. Para nuestro grupo de Astrofísica Robótica y de Altas Energías (ARAE) del Instituto de Astrofísica de Andalucía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IAA-CSIC) fue de especial relevancia la imagen obtenida por el Hubble del estallido de rayos gamma que llegó a la tierra el 23 de enero de 1999 después de viajar 9.000 de millones de años por el espacio desde un remoto grupo de galaxias, apuntando al colapso violento de una estrella masiva en las inmediaciones de una de estas galaxias.

Imagen: Estallido de rayos gamma GRB 990123.

 

 

Hijos de las galaxias

Xavier Barcons, Investigador en Astronomía del Instituto de Física de Cantabria (CSIC-UC):

En 1997 el origen de los estallidos cósmicos de rayos gamma (Gamma-Ray Bursts – GRB) era todavía un misterio. Ni tan siquiera se había confirmado si se producían dentro de nuestra galaxia o su origen era mucho más remoto, en cuyo caso estaríamos hablando de fenómenos mucho más energéticos.

El GRB 970508 descubierto en mayo de ese año, marcó un hito fundamental. No solo se consiguió medir su distancia, que lo situaba muy lejos de la Vía Láctea, sino que una observación posterior del Hubble mostró por primera vez la débil y lejana galaxia que había albergado aquel estallido. La conclusión de que los GRBs son fenómenos asociados a las galaxias estaba servida.*

*Dedicado a Javier Gorosabel Urkía (1969-2015), que sabía todo de GRBs y nos lo contó con humor y alegría.

 Imagen: Nubes de polvo en la galaxia NGC 1316.

Una magnífica lente

Miquel Serra-Ricart, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias y Responsable del proyecto Gloria

No tengo ninguna duda que el Telescopio Hubble ya forma parte de la Historia de la Astronomía del siglo XXI. Ha sido el primer telescopio espacial y, a pesar de los muchos problemas que tuvo en sus primeros años -recordemos su famosa «miopía”- ha conseguido obtener imágenes únicas del Cosmos.

Resulta difícil quedarse con una sola imagen que represente un trabajo de 25 años. Personalmente seleccionaría la que Hubble observó el 5 de octubre de 2001. Gracias al efecto de “lente gravitacional” producido por un cúmulo de galaxias
(Abell 2218), «un Telescopio Galáctico”,  fue posible detectar una galaxia situada a  13.400 millones de años-luz.

Si pensamos que el radio actual de nuestro Universo es de 14.000 millones de años-luz nos encontramos ante una de las primeras galaxias que se formaron en nuestro Cosmos.

Sólo me queda desear los mismos éxitos al que será el sucesor de Hubble, el Telescopio Espacial James Webb.

Todo un chaval

Alfredo Madrigal, Astrofotógrafo y miembro de la Asociación Astronómica Coruñesa:

El telescopio espacial Hubble ha iluminado el Universo descubriéndolo para el ser humano y mostrándonos los rincones más oscuros, como en el 2009, cuando nos regaló imágenes de galaxias jamás vistas formadas poco después de Big Bang, y confirmó la expansión del Universo.

Para mí la contribución más importante a la ciencia y la astrofísica en general ha sido la demostración empírica de la constante de Hubble y, por tanto, de la edad del Universo (13.500 millones de años).

Por tanto, ¡muchas felicidades! ¡Estás hecho un chaval!

Imagen: Nebulosa del Anillo (M57).

 

Descendiente de espías

José Mariano López Urdiales, Fundador y CEO de Zero2Infinity:

 En este aniversario mi recuerdo es para la familia de la que proviene el Hubble.

Este telescopio es en esencia un satélite espía al que se le dejó mirar arriba en lugar de abajo, como a sus menos celebrados hermanos y padres, la familia Keyhole: sistemas militares, aún secretos, sin los que no hubiera habido nunca un Hubble.

Imagen: Nebulosa de la araña roja, en la constelación de Sagitario.

Una inversión en conocimiento

David Barrado, investigador del Centro de Astrobiología (INTA CSIC) y coautor del blog Cuaderno de Bitácora Estelar:

 
Un extraordinario Hubble ha sido herramienta indispensable para cambiar la visión del universo en el imaginario popular. Junto con sus hermanos de la NASA y la ESA tales como Spitzer y Herschel, constituye una prueba palpable de que la aventura del conocimiento es una epopeya colectiva y una parte indispensable de la cultura.

Felicidades a las sociedades y a los gobiernos que se atrevieron a soñar y a invertir en conocimiento.

Imagen: Galaxia del Sombrero (M104)