Todo comenzó a 107 millones de kilómetros de la Tierra, allí cerca de la órbita marciana, el cometa 332P/Ikeya-Murakami comenzó a desintegrarse. Aunque el evento es frecuente en el cosmos, lo que no es habitual es capturarlo de forma tan detallada como lo ha hecho el telescopio Hubble: las imágenes más precisas de un cometa de hielo desintegrándose.
Las fotografías se obtuvieron entre el 26 y el 28 de enero de 2016 y muestran un total de 25 fragmentos que tienen un tamaño de 20 a 70 metros de ancho. El núcleo del cometa mide poco más de 500 metros.
«Sabemos que los cometas se desintegran a veces, pero no se sabe mucho acerca de por qué o cómo se separan – explica David Jewitt, autor principal del estudio publicado en The Astrophysical Journal Letters –. El problema es que ocurre de forma rápida y sin previo aviso, por lo que no tenemos muchas oportunidades de obtener datos útiles. Gracias a la resolución del Hubble, no sólo vemos trozos muy pequeños y tenues del cometa, también podemos verlos cambiar de día a día. Y eso nos ha permitido tomar las mejores medidas que se hayan obtenido en un objeto como este”. El cometa fue descubierto en noviembre de 2010 por dos astrónomos aficionados japoneses, Kaoru Ikeya y Shigeki Murakami.
Gracias a los datos obtenidos con el telescopio Hubble, el equipo dirigido por Jewitt sugiere que la luz del Sol calienta el cometa haciendo que los chorros de gas y polvo entren en erupción. Debido a que el núcleo es tan pequeño, estos chorros actúan como motores de cohetes acelerando la rotación del cometa. La velocidad de giro más rápido liberó trozos de material, que están a la deriva en el espacio. «En el pasado, los astrónomos creían que los cometas morían por el calor del sol que vaporizaba el hielo – concluye Jewitt –, pero ahora parece ser que la fragmentación puede ser muy importante”.