Detectan 90 colisiones entre agujeros negros y estrellas de neutrones, y es solo el principio

El Universo está plagado de objetos colosales que poco a poco empiezan a hacerse visibles, gracias a nuevos sistemas de detección. De momento, se han detectado 90 colisiones entre agujeros negros y estrellas de neutrones.

Estos eventos son invisibles para los telescopios al uso. No pueden observarse del mismo modo que vemos el nacimiento de una estrella o las manchas solares. Los agujeros negros, y las brutales colisiones entre ellos, no arrojan luz de ningún tipo. Son objetos de la oscuridad.

Pero, en 2015, los científicos hicieron un inmenso avance para detectar lo invisible: lograron detectar las ondas gravitacionales que genera un suceso descomunal como es que un agujero negro se trague a otro. Un evento así produce vibraciones en el espacio tiempo (algo que predijo Einstein), y lo alucinante es que ahora es posible detectar esas vibraciones en el tejido cósmico. El origen del universo, el Big Bang, también generó ondas gravitacionales que podrían detectarse.

“Ver” las ondas gravitacionales que genera la colisión entre dos agujeros negros, da a los astrofísicos una visión nueva del cosmos más intrigante y oscuro. Ahora, se pueden “ver” los agujeros negros si “chocan” entre sí.

Desde la primera detección de ondas gravitacionales en 2015, el número de detecciones ha aumentado a un ritmo vertiginoso, y en cuestión de pocos años, los científicos especializados en ondas gravitacionales han pasado de observar estas vibraciones en el tejido del universo por primera vez, a observar ahora muchos eventos cada mes, e incluso múltiples eventos en el mismo día.

90 colisiones de agujeros negros, para empezar

La colaboración LIGO-Virgo-KAGRA acaba de publicar el mayor catálogo de colisiones entre agujeros negros y estrellas de neutrones.

Estos eventos fueron detectados gracias a que generaron ondas gravitacionales, ondulaciones en el espacio-tiempo.

El catálogo recoge las detecciones de un equipo mundial de científicos que utilizan la red internacional de observatorios de ondas gravitacionales y entre los que se encuentran los miembros del grupo de investigación GRAVITY de la Universidad de las Illes Balears.

La última actualización del catálogo en octubre de 2020  eleva a 90 el número total de eventos observados desde que comenzaron las observaciones de ondas gravitacionales.

El grupo de la UIB ha participado en la Colaboración Científica LIGO desde su fundación, y ha contribuido directamente al análisis de varias de estas últimas detecciones utilizando recursos de supercomputación españoles.

Qué hay ahí fuera

El catálogo recoge todos los eventos de ondas gravitacionales observados utilizando tres detectores internacionales: los dos detectores del Observatorio Avanzado de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser (LIGO), en Estados Unidos, y el detector avanzado Virgo, en Italia.

De los 35 eventos detectados, 32 eran probablemente fusiones de agujeros negros, es decir, dos agujeros negros que giran uno alrededor del otro y finalmente se unen, un evento que emite una ráfaga de ondas gravitacionales.

Los agujeros negros son de distintos tamaños, y el más masivo tiene una masa 90 veces superior a la de nuestro Sol. Varios de los agujeros negros resultantes de estas fusiones superan en 100 veces la masa de nuestro Sol y se clasifican como agujeros negros de masa intermedia.

Este tipo de agujero negro ha sido teorizado durante mucho tiempo por los astrofísicos, y estas últimas observaciones de LIGO-Virgo-KAGRA confirman que esta nueva clase de agujeros negros es más común en el universo de lo que se pensaba.

Dos de los 35 eventos detectados podrían ser estrellas de neutrones y agujeros negros que se fusionan, un evento mucho más raro, y que sólo se descubrió en la última serie de observaciones de LIGO y Virgo.

Detección de eventos singulares

De estas raras fusiones de estrellas de neutrones y agujeros negros, un evento parece mostrar un agujero negro masivo —unas 33 veces la masa de nuestro Sol— con una estrella de neutrones de muy baja masa —unas 1,17 veces la masa de nuestro Sol—.

Se trata de una de las estrellas de neutrones de menor masa jamás detectadas, ya sea mediante ondas gravitacionales o mediante observaciones electromagnéticas.

Uno de los eventos de ondas gravitacionales del catálogo procedía de la fusión de dos objetos, uno de los cuales era casi con toda seguridad un agujero negro —con una masa de unas 24 veces la de nuestro Sol—, pero el otro era un agujero negro muy ligero o una estrella de neutrones muy pesada de unas 2,8 veces la masa de nuestro Sol.

Los científicos han deducido que lo más probable es que se trate de un agujero negro, pero no pueden aseverarlo con seguridad.

Un evento ambiguo similar fue descubierto por LIGO y Virgo en agosto de 2019. La masa del objeto más ligero es desconcertante, ya que los científicos esperan que lo más masivo que puede ser una estrella de neutrones antes de colapsar para formar un agujero negro es alrededor de 2,5 veces la masa de nuestro Sol.

Sin embargo, no se había descubierto ningún agujero negro con observaciones electromagnéticas con masas inferiores a unas cinco masas solares.

Esto llevó a los científicos a teorizar que las estrellas no colapsan para formar agujeros negros en este rango, pero las nuevas observaciones de ondas gravitacionales indican que estas teorías tendrían que ser revisadas.

Como las ondas gravitacionales que llegan a la Tierra son tan minúsculas, se necesitaron muchas décadas de trabajo para construir instrumentos lo suficientemente precisos como para medirlas.

Una precisión sin precedentes

A medida que aumenta la tasa de detecciones de ondas gravitacionales, los científicos también han mejorado sus técnicas para filtrar la información astrofísica de los datos registrados por los detectores.

Según David Keitel, investigador distinguido Beatriz Galindo y miembro del grupo GRAVITY de la UIB: “Ahora que estamos detectando docenas de estos eventos, podemos aprender mucho más sobre el Universo que a partir de detecciones individuales: medir la velocidad a la que se está expandiendo, estudiar las poblaciones de agujeros negros y estrellas de neutrones que hay y poner a prueba la Relatividad General de Einstein”.