• Haz el perro. Somos nosotros quienes tenemos que acoplarnos a su mundo, y no ellos al nuestro.
  • El perro no entiende de pasado ni de futuro.Corregir un comportamiento solo es eficaz si es en el momento. De nada sirve castigarle por algo que hizo cuando no lo veíamos.
  • El paseo.Mínimo, 45 a 50 minutos y a paso rápido. Es el símil de la cacería y la clave para la armonía de la manada. Tienen que descargar energía.
  • El alimento, después del nuestro. Ellos se rigen por un orden jerárquico en el que el macho dominante come primero y es el único que se reproduce.
  • Collar de castigo.A ojos del ser humano parece una tortura; para el perro es un mordisquito, un aviso, tal y como lo haría otro perro para indicarle algo.
  • El perro se hace dominante.Si no consigues hacerte con tu perro, piensa si le tratas como lo harías con un niño, con psicología humana.
  • El castigo.De nada sirve gritarle, o encerrarle en la habitación. Entre ellos se golpean y gruñen. Y este es el lenguaje que hay que emplear cuando hace algo mal.
  • La puerta es tuya.Siempre tienes que entrar y salir primero.
  • La caricia mal dada. La utilizas cuando hace algo mal, para tranquilizarle; el mensaje que le llega es de un premio, como si te gustara lo que hizo.
  • El nunca se toma el castigo como algo personal.No necesita collares de oro, ni almohadas de seda. Necesita una manada equilibrada.

Redacción QUO