Sí. En la Península, la hormiga de las agallas (Camponotus truncatus) ocupa gracias a su cabeza nidos de avispa abandonados. Las avispas inyectan un huevo y veneno en la ramita de un roble, y este, como defensa, genera una especie de tumor en forma de bola de tejido (“agalla”).

En su interior vive la larva que sale del huevo; meses más tarde, emerge como avispa adulta por un orificio. Así que las hormigas han desarrollado un tipo de cabeza para taparlo y aprovechar la “casa”.

Ángel Febrero. Experto en naturaleza

Enviada por Carla Martos, Guadalajara

Redacción QUO