¿Qué tieneen común el cambio climático y un vaso roto? Más de lo que parece, como lo demuestra un artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

El estudio, elaborado por Jasper Kok, del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas de EE.UU. (NCAR en sus siglas en inglés), explica que las partículas microscópicas de polvo emitidas a la atmósfera y los fragmentos de cristales rotos y otros objetos frágiles siguen patrones similares de propagación. Además, indica que hay varias veces más partículas de polvo en la atmósfera de lo que se pensaba. La razón es que en las zonas desérticas se produciría un número inesperadamente alto de grandes fragmentos de polvo.

El polvo atmosférico y su propagación es un aspecto importante a la hora de conocer mejor la evolución del cambio climático. Algunas partículas de polvo reflejan la energía solar y enfrían el planeta, mientras que otros atrapan la energía en forma de calor, en función de su tamaño y otras características.

Asimismo, el estudio también puede ayudar a mejorar los pronósticos del tiempo, sobre todo en las regiones expuestas al polvo. Las partículas de polvo afectan a las nubes y las precipitaciones, así como las temperaturas.

Kok centró su trabajo en el polvo mineral, un tipo de partículas en suspensión que saltan a la atmósfera cuando los granos de arena son arrastrados en el suelo, levantando la suciedad y emitiendo fragmentos en el aire. Su grosor puede ser similar al de una hebra fina de cabello humano.

Redacción QUO