NATURALEZA

Delfines en el Amazonas

Una fuerte sequía sin precedentes sacudió el Amazonas el pasado año de tal forma, que incluso dos equipos espaciales de la NASA pudieron observar sus efectos. La selva no consiguió recuperarse hasta mucho después de terminar con el periodo seco, es decir, a finales del mes de octubre de 2010. Según explicó entonces Liang Xu, investigador de la Universidad de Boston, «el verdor de la vegetación, que es una medida de su salud, disminuyó en un área superior a tres veces y media el Estado de Texas».

Con los niveles de los ríos con cifras que marcaban mínimos históricos, el número de delfines rosados disminuyó de forma drástica, reduciéndose hasta la mitad a finales de octubre del año pasado (de una población de 250 delfines que había en 2009, quedaron 140). El impacto sobre la vida salvaje fue muy grave.

Pero ahora la situación está cambiando, ya que son muchas las especies que se están recuperando con agilidad y… más de la esperada. Según declaraciones realizadas por Richard Bodmer para BBC, el investigador de la Universidad de Kent, que lleva 25 años realizando trabajos sobre la zona, afirma que «esta es una muy buena señal, y sugiere que el río Samiria se está recuperando de la sequía de 2010». De hecho, el número de delfines rosados no solo ha aumentado tras la sequía, sino que su población creció desde marzo de 2010 más de un 30%.

La investigación está siendo realizada en una de las tres regiones más afectadas por la sequía ubicada en el curso superior del Amazonas: Reserva Nacional Pacaya Samiria. Este área cubre más de 20.000 kilómetros cuadrados.

El delfín rosado –Inia geoffrensis– vive en la cuenca del Amazonas y posee la dieta más amplia entre los odontocetos: se alimenta principalmente de peces, tortugas de río o cangrejos. En el año 2008 fue clasificada en la Lista Roja de la UICN como especie con datos insuficientes, dado a que se desconoce su índice total de población, el impacto de las amenazas y su tendencia. Si bien no ha sido objeto de caza significativa, la pérdida de su hábitat y la pesca accidental son su principal amenaza.

Son la única especie que pueden mover el cuello tanto vertical como horizontalmente, lo que les permite poder guiarse bajo el agua entre las raíces de los árboles. Según afirman, aunque se pueden ver fácilmente, es más fácil oírlos que verlos, ya que echan el aire con mucha fuerza por la boca, lo que suena como «ronquera de fumador». Por su bonito y llamativo color rosado, son mantenidas en cautiverio en muchos acuarios del mundo (sobre todo en EEUU y Europa). Pero a pesar de los esfuerzos de los entrenadores, son una especie muy difícil de entrenar y que en cautiverio, tiene una alta mortalidad.

Redacción QUO

Redacción QUO

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