Imagínate que un grupo de científicos se acerca hasta a ti y te ata las manos a la espalda. Después, te introducen en una fría y poco acogedora habitación donde hay 10 o 12 humanos más en la misma situación que tú. Pasan las horas y allí no aparece nadie ofreciendo el menú del día, por lo que acudís a unas pequeñas urnas que los señores de bata blanca han dispuesto a un lado de la estancia. Por desgracia, la comida que contiene esa urna solo puede obtenerse si tiras a la vez de dos cuerdas ubicadas en los laterales. Y tanto tú como tus compañeros tenéis las manos atadas ¿qué haces?

[giphy]//giphy.com/embed/5PRzxD1kHWin6[/giphy]

via GIPHY

Se pueden dar dos casos. Que el asunto termine tan mal como en la película ¡Viven! o que colaboréis entre vosotros para conseguir calmar a vuestro rugiente estómago. Claramente, la segunda opción es la más coherente. Y no es por ser humanos y poseedores de nuestra preciada materia gris por lo que finalmente decidimos que es la decisión más razonable. Hasta un delfín actuaría igual que tú, así que nada de presumir de que no te comerías jamás a tu compañero de al lado por tus ‘sólidos principios’.

[giphy]//giphy.com/embed/q2rqiSVYVrtte[/giphy]

via GIPHY

Holli Eskelinen y su equipo del Instituto de Investigación Dolphin Plus (California) han descubierto que los delfines tienen un lenguaje cooperativo específico para la resolución de este tipo de conflictos. Y no solo eso, sino que les pillaron en pleno debate. Pero vayamos por partes.

En primer lugar, los investigadores facilitaron un frasco con comida a cada uno de los delfines. Por supuesto, no se lo pusieron fácil. El frasco estaba completamente sellado y solo podía abrirse tirando simultáneamente de una cuerda ubicada a cada lado. Dadas las circunstancias, los cetáceos solo podrían comer si cooperaban entre ellos. Algo que algunos comprendieron a una velocidad pasmosa. Como una pareja que consiguió la proeza en varias ocasiones en menos de 30 segundos.

[giphy]//giphy.com/embed/cRq8TJsIKmQRG[/giphy]

via GIPHY

Pero lo más sorprendente vino después, cuando se dispusieron a escuchar las grabaciones que se habían realizado durante el experimento. Según explican los investigadores en un estudio publicado en la revista especializada Animal Cognition, se percataron de una curiosa relación. Aquellos cetáceos que habían colaborado entre sí para abrir el tarro de comida habían empleado un mayor número de vocalizaciones que los que fueron por libre. Analizando la situación concienzudamente, lograron demostrar que la conversación que habían mantenido estaba relacionada con la estrategia que usarían para abrir el frasco y no solo con la simpática y característica interacción habitual de esta especie.

[image id=»79643″ data-caption=»» share=»true» expand=»true» size=»S»]

Los investigadores del Dolphin Plus afirman que su experimento ha conseguido demostrar por primera vez que los cetáceos se valen de determinadas vocalizaciones para lograr resolver conflictos de forma cooperativa. Sus sonidos tienen diferentes usos y matices e implican una utilización bastante compleja del lenguaje como dar solución a un problema, una de las claves de la inteligencia.

Fuente: Animal Cognition , DOI: 10.1007 / s10071-016-0978-1

Redacción QUO