Los encargados de repartir por el mundo el polen de la planta tropical americana Marcgravia evenia son los animales que se acercan a ella para libar su néctar. Con el colorido y olor de sus flores, pueden llamar la atención de algunos insectos, pero también se sirven de ciertos murciélagos, que no se guían por estímulos visuales, sino por el eco de los ultrasonidos que emiten.

Para atraerlos, la Marcgravia ha desarrollado un truco muy especial: de sus flores brota hacia arriba una hoja verde con una peculiar forma cóncava. Su función es amplificar la señal de ultrasonido, de forma que el eco que reciben los murciélagos equivaldría a un gran grito que dijera: «eehhh, estoy aquí y soy esa flor cargada del alimento que tanto te gusta».

La efectividad de esa especie de parabólica reflectora ha quedado patente en un estudio dirigido por Ralph Simon, de la Universidad de Ulm (Alemania), y publicado hoy en la revista Science. Los investigadores comprobaron en varios experimentos que los murciélagos de la especie Glossophaga soricina tardaban el doble de tiempo en encontrar las flores entre la vegetación cuando se les arrancaba la hoja reclamo, cuya forma es distinta a las de las que brotan del tallo.

Otra pista sobre su papel de altavoz es que su capacidad de fotosíntesis (el proceso que proporciona energía a la planta) es mucho menor que el de sus compañeras con forma plana, lo que indica que su existencia estaría justificada precisamente por contribuir al éxito reproductor de la planta.

Pilar Gil Villar