En 1976, se encontró en el estado mexicano de Chiapas un ejemplar de serpiente de coral, un tipo de reptil tropical muy venenoso. El animal fue enviado a un laboratorio y, al diseccionarlo para su estudio, los investigadores descubrieron una inesperada sorpresa en su interior: el cuerpo parcialmente digerido de otra serpiente, que medía 25 centímetros de largo.

Ahora, 42 años después los especialistas han llegado a la conclusión de que la serpiente devorada pertenece a una especie totalmente desconocida hasta la fecha, a la que han bautizado con el descriptivo nombre de Cenaspis aenigma.

Y el “apellido” aenigma, le viene que ni pintado, porque esta serpiente sigue siendo un misterio para la ciencia. Las características de su dentadura y su cráneo no coinciden con las de ninguna otra conocida. Pero es imposible saber nada sobre su hábitat o costumbres, porque no se ha encontrado ningún otro ejemplar vivo.

Con todo, los investigadores intuyen que puede ser una serpiente excavadora, no venenosa, y que se alimentaba de insectos. Pero, como ya hemos dicho, solo son conjeturas que únicamente podrán confirmarse cuando aparezca otra“aenigma”.

Fuente: IFL Science.

Vicente Fernández López