Cuando las luces se apagan y la luna ilumina los mares, la noche y la luna confunden al calamar. Según un nuevo descubrimiento del biólogo marino Henk-Jan Hoving del Monterey Bay Aquarium Research Institute, quien lleva estudiando más de 20 años al calamar Octopoteuthis deletron, las hembras del calamar tienen una pequeña reserva o ‘depósito’ en su organismo que les permite almacenar el esperma que reciben de los machos en el momento de la cópula hasta que producen sus huevos. Todo con un ingenioso sistema: la hembra se asegura que cada encuentro tiene una posibilidad real de generar descendencia, cosa buena si se tiene en cuenta que a más de 800 metros de profundidad a consecuencia de la penumbra, los encuentros sexuales son más bien pocos.

La sorpresa para Hoving vino cuando al analizar los vídeos facilitados por submarinos se percató de un detalle: los machos también disponen en el cefalotórax, con forma de manchas blancas, de un ‘depósito’ para almacenar esperma. ¿La conclusión obvia? Machos son inseminados por otros machos. ¿La menos obvia? Todo es una gran estrategia para perpetuar su especie en los bajos fondos de los mares, donde apenas hay luz y las relaciones sexuales con fin reproductivo son poco frecuentes. Por ello, al no distinguir quienes son machos y quienes son hembras, la solución pasa por inseminar al primero que pase por delante y probar suerte.

Si quieres puedes leer aquí el estudio completo.

Redacción QUO