La ciudad de Chicago y algunas partes de la zona sur del lago de Michigan, donde los glaciares desaparecieron hace 10.000 años, se están hundiendo. Y lo hacen a una velocidad de entre 10 y 20 centímetros por siglo. O, lo que es lo mismo, alrededor de dos milímetros por año. No son datos despreciables teniendo en cuenta que este declive está provocando que algunas estructuras que se construyeron hace más de 100 años ya se encuentren por lo menos 10 centímetros más bajas que en el momento de su edificación.
El alcantarillado, en peligro
Son los cálculos que ha hecho un grupo de investigadores dirigidos por Daniel Roman, geólogo de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EEUU. “El proceso es lento, pero persistente”, advierte. Según indica, en un futuro este hundimiento gradual de la ciudad podría redefinir las llanuras fluviales y obstruir el alcantarillado. Tampoco descarta un aumento de los niveles de agua en los Grandes Lagos, lo cual plantearía un problema aún más grave.
Los científicos comparan este proceso con un tubo de pintura (que representaría a la corteza terrestre) que al apretarlo por el medio empuja la pintura (el manto de la Tierra) hacia los lados provocando que las áreas que rodean el punto de presión se abulten. Una vez que eliminamos la presión, la pintura (o manto) comenzaría a desplazarse hacia el centro. En este caso, el pulgar que presiona es una capa de hielo.
Varias ciudades amenazadas
Un ejemplo de lo que está ocurriendo es Michigan, uno de los cinco Grandes Lagos. El extremo norte está subiendo, pero el resto desciende. Es un hecho que ha ido ocasionando un efecto de inclinación que deriva en niveles de agua más altos en el extremo sur tanto de este lago como de otros. Este fenómeno se repite en las orillas sureñas de otras ciudades ubicadas en los Grandes Lagos, como Cleveland, una ciudad bañada por el lago Erie, cuyas aguas podrían aumentar en 10 centímetros el nivel. La gran Bahía de Hudson, en el noreste de Canadá, aumentó 90 centímetros en un siglo.
Mientras, Venecia continúa también hundiéndose. A un ritmo de aproximadamente 2 milímetros por año. El agua que fluye a través de sus canales recorre las edificaciones alcanzando cada vez un poco más de altura. Las mediciones más recientes indican que la ciudad se hunde lentamente e incluso se va inclinando ligeramente hacia el este.
Fuente: The Chicago Tribune
Marian Benito