Los chimpancés tienen rasgos de comportamiento que les hace únicos. Son gestos que han permanecido estables a lo largo del tiempo, como, por ejemplo, el uso de piedras para romper nueces o palos para recoger ejércitos de hormigas. Sin embargo, desde hace un tiempo, los investigadores observan que están empezando a perder algunas de sus viejas costumbres, como su forma de golpear los frutos secos para quitarle la cáscara.
Demasiada presencia humana
Un equipo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (MPI-EVA) y el Centro Alemán para la Investigación de Biodiversidad Integrativa (iDiv) ha valorado si detrás de este cambio en la diversidad de conductas está la presencia humana. Para ello ha comparado el comportamiento en un gran número de grupos de chimpancés en varios lugares sometidos a niveles diferentes niveles de exposición humana. Su conclusión es firme: estos animales reducen sus costumbres y actividades cuando el impacto del hombre es alto.
Con la caza y la destrucción de su hábitat, el hombre podría estar acabando con la cultura y los viejos usos de los chimpancés. Es una caída que ya se evidencia en los 31 comportamientos esenciales para su supervivencia. Se observa, por ejemplo, en los ejemplares que viven en Guinea, habituados a pescar algas del fondo de los estanques usando un palo largo. También en Liberia, con el martillazo de los frutos secos, o en Gabón y República Democrática del Congo, donde usan palitos para coger termitas y comérselas. Tampoco los chimpancés de Guinea Bissau lanzan ya piedras con tanta asiduidad para emitir sus mensajes.
Son comportamientos que forman parte de su acervo cultural transmitido de padres a hijos y entre miembros del grupo mediante observación, permitiendo la adaptación al entorno. Los científicos hablan ya de una pérdida del 88% de la diversidad de los comportamientos de los chimpancés.
Hjalmar Kühl, primer autor del estudio publicado en Science, asegura que estos hechos suponen una clara amenaza para la biodiversidad. Los científicos han recopilado datos de otros estudios realizados en 144 comunidades situadas en varios países y los han contrastado con su propia investigación de campo durante nueve años en otros 46 lugares de 15 países diferentes, como parte del programa Pan Africano. Se han centrado en tres aspectos: la búsqueda de comida, la comunicación y la regulación de temperatura.
Durante este tiempo, filmaron y fotografiaron a los animales mediante un sistema de cámaras. Examinaron sus heces para estudiar su alimentación e hicieron análisis genéticos y bioquímicos y estudios ecológicos de sus hábitats para averiguar qué especies existen en cada lugar o qué presión humana afrontan (granjas, carreteras, plantaciones y asentamientos).
“Los análisis revelaron un fuerte patrón: la diversidad de comportamientos de los chimpancés se redujo en un 88 por ciento cuando el impacto humano era el más alto, en comparación con los lugares donde era menor”, indica en un comunicado Kevin Langergraber, coautor del estudio e investigador en la Universidad Estatal de Arizona, en EEUU.
Sus tradiciones pueden desaparecer
Estos comportamientos son vulnerables a las perturbaciones ambientales, ya que, si se modifican las condiciones cruciales, se puede esperar que se reduzca la tasa general de oportunidades para la transmisión social. Es la llamada hipótesis de perturbación, que predice que, bajo condiciones alteradas por el hombre, las tradiciones de los grandes simios pueden desaparecer no solo con la extinción completa de una población, sino agotando muchos de sus recursos y limitando su aprendizaje social.
Una de las zonas seleccionadas fue la que el Instituto Jane Goodall España gestiona desde 2009 en Dindéfélo, Senegal, junto a la frontera guineana. Desde fines de 2016, el equipo de investigación que dirige la primatóloga española Liliana Pacheco, coautora del estudio, fue formado para seguir el estricto protocolo del PanAf en la recogida de datos varios, grabaciones, herramientas y muestras biológicas de los chimpancés que viven en la Reserva Natural Comunitaria de Dindéfélo y alrededores. Una vez recogidos los datos y enviadas las muestras a Alemania para su análisis, se investigó la aparición de comportamientos en un sitio determinado.
El impacto es algo menor en Gabón o República del Congo. Costa de Marfil, sin embargo, es una de las más dañadas. Cuanto más se reduce en tamaño una comunidad de chimpancés, menos rasgos culturales puede albergar. Además, los animales han aprendido a evitar ciertos comportamientos que pueden alertar a los cazadores. Los autores proponen la creación de lugares para la preservación de su patrimonio cultural con el objetivo de reconocer y proteger la importancia de la diversidad cultural y de comportamiento de los chimpancés. Un desafío que, según ellos, debería extenderse a otras especies con alto nivel de diversidad cultural, como los orangutanes, monos capuchinos o ballenas. El Instituto Jane Goodall España trabaja en Senegal y Guinea para la conservación del hábitat de los chimpancés de la subespecie Pan troglodytes verus, la más amenazada y con un set de conductas culturales muy particulares.
Marian Benito