Un equipo de científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, liderados por Stéphane Peyrégne y Kay Prüfer, han recuperado secuencias del genoma nuclear del fémur de un neandertal adulto descubierto en 1937 en Hohlenstein-Stadel Cave (Alemania) y del hueso maxilar de una niña neandertal encontrada en 1993 en Cueva de Scladina (Bélgica). Ambos vivieron hace alrededor de 120.000 años y, por lo tanto, son anteriores a la mayoría de los neandertales cuyos genomas han sido secuenciados hasta la fecha.

Al analiza y comparar los genomas de ambos, el equipo de Peyrégne y Prüfer demostró que tanto el adulto como la niña estaban más estrechamente relacionados con los últimos neandertales que vivieron en la misma región hasta 80.000 años más tarde que con los neandertales de Siberia.

«El resultado es realmente extraordinario – explica Prüfer en un comunicado – y un marcado contraste con la turbulenta historia de cambios, mezclas y y extinciones que se ven en la historia humana moderna”.

Curiosamente, a diferencia del genoma nuclear, el genoma mitocondrial del Neandertal de la cueva Hohlenstein-Stadel en Alemania, es bastante diferente del de los neandertales posteriores: más de 70 mutaciones lo distinguen de los genomas mitocondriales de otros neandertales. Los investigadores sugieren que los primeros neandertales europeos pueden haber heredado ADN de una población aún no descrita. Las conclusiones han sido publicadas en Science Advances.

“Esta población desconocida podría representar una población neandertal aislada, aún por descubrir, o podría ser de una población potencialmente mayor en África relacionada con los humanos modernos”, concluye Peyrégne.

Juan Scaliter