Es un espécimen de una gran fuerza y velocidad. Nada a unos 35 km/h, pero en ataque llega a los 110. Su dieta consiste principalmente en peces también muy rápidos, como el pez vela (80 km/h en huida) y el atún (entre 70 y 110 km/h). Todo ello demuestra que es el nadador más veloz de los conocidos.

Combinado con su fino olfato y su habilidad para percibir en aguas oscuras los campos eléctricos generados por sus víctimas, hacen de este tiburón un cazador formidable. Pero la evolución también premia a otros muchos peces que tienen otros métodos de caza muy especializados y eficaces. Es el caso de los peces “roca”, “alga” y “coral” con su camuflaje, o el de los peces abisales, que atraen a los invertebrados con luces químicas. Otro titán es el pejesapo, cuya larguísima espina dorsal se ha convertido en un “anzuelo” que simula ser un gusano o una gamba, para atraer a sus presas.

Redacción QUO