Cada vez que se detecta un huracán hay que bautizarlo, para hacerlo reconocible y facilitar la comunicación a la hora de señalar su presencia y posición. Hace tiempo, estos fenómenos se llamaban como el santo del día, pero a partir de la Segunda Guerra Mundial se empezaron a designar con nombres de mujer o de hombre.
La Organización Meteorológica Mundial ha adoptado este sistema y ha creado una lista, de la A a la W –excluyendo la Q, U, X, Y y la Z, consideradas poco comunes– en la que se van alternando un nombre femenino y otro masculino.
Redacción QUO
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