Durante los días de verano de un perro, su lengua mojada les refresca tanto como a nosotros nuestras axilas sudorosas. Pero, por suerte para los perros, sus lenguas no transpiran de verdad.

Los animales con poco pelo en el cuerpo -como los humanos, los caballos y algunas especies de monos- se refrescan cuando el sudor se evapora de su piel. Para las especies con pelo largo, como los perros, sudar sería como ponerse un abrigo empapado. Por esta razón, los perros sacan la lengua y jadean para enfriarse.

Se necesita energía, en forma de calor corporal, para evaporar el líquido de la superficie de la piel o de la lengua, explica Jack Boulant, un fisiólogo térmico de la Universidad Estatal de Ohio, cuando el calor evapora la humedad de la superficie, la temperatura corporal baja.

Después de algunos años, los científicos han descubierto que el termostato interno de los perros, el sistema termoregulatorio, reacciona al calor bombeando sangre caliente a la lengua, abriendo las glándulas salivales y provocando una respiración rápida y poco profunda. A medida que el aire caliente fluye por la tráquea y la lengua, ayuda a evaporar la humedad, lo que elimina el calor de la sangre del perro.

Además de bajar la temperatura corporal, este proceso ayuda a refrigerar el cerebro. La sangre circula por la nariz y la lengua y llega más fría al cerebro, lo que mantiene el órgano que regula el calor a una temperatura más baja que el resto del cuerpo. El sistema de enfriamiento funciona también para las razas con el morro corto, como el pequinés, que tiene el hocico más pequeño y conductos de aire más estrechos.

¿Algún otro sistema de refrigeración en el mundo animal?

De hecho, los perros no son los únicos animales que usan trucos ingeniosos para refrescarse. Las ratas se lamen la barriga. Los canguros, cuando descansan, se soplan y lamen el cuerpo, y saltar les hace dejar de sudar. Y puede que esto no suene muy bien, pero las cigüeñas alivian el calor defecando sobre sus largas patas.

Redacción QUO