Cuando el Acropora nasuta de la isla Fiji detecta la presencia de algas tóxicas, emite una señal química de auxilio a los peces que lo habitan para que acaben con ellas, según un estudio de la Facultad de Biología del Georgia Institute of Technology que publica la revista Science.
“Así es como esta especie de coral recluta guardaespaldas”, asegura Mark Hay, uno de los investigadores que firman el hallazgo. “Se produce una cuidadosa danza de olores que da la voz de alarma y moviliza a este particular ejército”, termina. En realidad, se trata de una relación de protección mutua. Los peces gobio, que habitan esta zona, reciben las señales de olor que emite el coral y atacan a las algas comiéndoselas. Algo que les sirve a ellos mismos como protección, ya que, según esta investigación, la ingesta de estas algas por parte del gobio los vuelve menos atractivos ante sus depredadores.
Además, el mucus del coral también forma parte de su alimento, por lo que, al fin y al cabo, están salvaguardando su sustento. Por su parte, en las zonas habitadas por estos peces el daño producido en el coral por las algas se reduce entre un 70 y un 80% con respecto a los lugares sin protección. Este hallazgo corresponde a unas especies de la isla Fiji donde se ha llevado a cabo la investigación, pero los autores esperan continuar con sus pesquisas en otras zonas para determinar si hay respuestas similares entre otras especies.
Redacción QUO