Unos animales marinos de unos pocos centímetros podrían convertirse en la nueva materia prima para fabricar biocombustibles. Las ascidias habitan en aguas poco profundas de los océanos de todo el mundo, sujetas al fondo, a las amarras de barcos o los pilares de los embarcaderos y pasan su vida succionando y expulsando chorros de agua, cuyos nutrientes absorben.
El primero en describirlas fue Aristóteles, y ahora un equipo de la Universidad de Bergen (Noruega), dirigido por Christofer Troedsson, ha descubierto cómo podemos aprovechar algunas de las sustancias que las componen. La especie de túnica que las recubre está formada por una sustancia similar a la celulosa de la que se puede destilar bioetanol, uno de los principales biocarburantes que la industria se esfuerza por hacer rentable a gran escala.
El principal problema que encontró su fabricación fue que competía con la alimentación humana, al utilizar materias primas como el maíz o la remolacha azucarera. Por ello se ha intentado extraerlo de la madera, aunque la lignina de esta resulta más difícil de descomponer de lo que sería deseable para una producción eficiente. La ventaja de las ascidias consistiría en proporcionar celulosa sin los problemas de la lignina. Además podrían obtenerse con facilidad en todas las regiones costeras, sólo necesitan de 4 a 6 meses para alcanzar la madurez necesaria y no perturbarían la cadena alimentaria, ya que no se conoce otro animal que se alimente de ellas.
Los investigadores noruegos ya han obtenido una patente para la fabricación de bioetanol, y también han solicitado otra que describe un nuevo uso de estos organismos: servir de alimento a las cada vez más numerosas piscifactorías del planeta. Su alto contenido en proteínas y ácidos grasos omega 3 las convierte en un candidato ideal, que podría sustituir a otras especies utilizadas en la actualidad y objeto de polémica, ya que son objeto de pesca de subsistencia, sobre todo en muchas zonas del Tercer Mundo.
Pilar Gil Villar