¿Sueñan las mariposas con embriagadores pétalos de flores? ¿Cómo logran los insectos nocturnos buscar comida con tanto éxito en el atardecer y en la oscuridad? Un nuevo estudio realizado por el investigador Simon Sponberg, cuyos resultados se han publicado en la revista Science, trata de responder a estas y otras cuestiones y, de regalo, esparce un poco de almíbar en nuestras vidas.

El investigador ha descubierto que un tipo de polilla, la Manduca sexta, vuela siempre de tal forma que sus delicados y armoniosos movimientos van acompasados con el balanceo de las flores. No es que la polilla sufra un ataque de sensibilidad permanente, lo que ocurre, según el estudio, es que su visión nocturna y su sistema de vuelo han evolucionado para coincidir perfectamente con los movimientos de las flores, que son su única fuente de alimentación.

Pero ojo, que no les sirve una flor cualquiera. Los investigadores estudiaron como el vuelo de las polillas con una flor artificial movida por un brazo robotizado, y descubrieron que las reacciones del insecto eran un 17% más lentas. Sponberg y su equipo analizaron luego los movimientos de algunas de las flores favoritas de las polillas mientras volaban al viento y percibieron que el 94% del movimiento de las flores permanecía por debajo de 1,7 hercios, mucho más lentos que los del brazo mecánico. Esto demuestra varias cosas. La primera, y la más importante para los científicos, que la visión de las polillas está adaptada para seguir procesos visuales muy lentos y en condiciones de luz natural.

Y la segunda, que no es fácil seducir a una polilla con una flor artificial. ¿No les parece también que es la investigación más cursi del año?

Redacción QUO