Es un fenómeno que se produce en invierno cuando llega una masa de aire muy fría y seca. Eso origina una caída muy brusca y prolongada de las temperaturas.
En este proceso apenas participa el vapor de agua, y por lo tanto, no hay condensación en forma de cristales de hielo (escarcha o helada blanca), sino que se congelan directamente la savia y los tejidos de la planta. Se dice entonces que el frío “quema” las hojas y frutos, que adquieren una tonalidad marrón oscura o negra. De ahí su nombre, aunque se denomina también “helada dura” (por sus terribles efectos) o helada de advección, porque la causa última se debe a esa llegada de una masa de aire muy frío desde latitudes polares o árticas a territorios más cálidos.
Para combatirlas, se han utilizado tradicionalmente estufas, quema de balas de paja o de neumáticos, molinos de viento antiheladas, cobertizos de plástico y riego con aspersores, para evitar la condensación del vapor de agua. Pero lo más eficaz es el barbecho estacional en tales épocas.
Enviada por Rodrigo Blanco, Tres Cantos (Madrid)
Redacción QUO