La masa de microorganismos que denominamos plancton se desplaza por los océanos en pos de la claridad. Hasta ahora, la forma en que conseguían orientarse resultaba un auténtico misterio, pero Detlev Arendt y su equipo del Laboratorio Europeo de Biología Molecular de Heidelberg (Alemania) le han dado respuesta en una investigación publicada en la revista Nature.
La clave reside en unos diminutos miembros de la comunidad planctónica llamados Platynereis dumerilii. Las larvas de estos invertebrados poseen unos órganos de sólo dos células capaces de detectar la intensidad de la luz, que se consideran una versión primitiva de los ojos de los mamíferos. En su estudio, los científicos han comprobado que, cuando se les ilumina directamente, esos proto-ojos emiten una señal química que condiciona el movimiento de los pequeños apéndices móviles, los cilia, situados junto a ellos. Según los modelos por ordenador utilizados, cuando agitan sus cilia como si fueran hélices, los Platynereis consiguen avanzar hacia la luz con mayor precisión.
El descubrimiento subraya así la importancia de la relación entre la respuesta a la luz y la activación de determinados movimientos como una característica fundamental en la historia evolutiva de los ojos desde sus primeros estadios.
Pilar Gil Villar