Hace unos quince años que los ecologistas le perdieron la pista a la Aipysurus apraefrontalis, conocida popularmente como serpiente australiana de nariz corta. Habiendo perdido toda esperanza de atisbar alguna, en 2010 fue incluida en la lista de especies en peligro crítico de extinción.

Pero, en un maravilloso giro de los acontecimientos, la historia cambió gracias a un guardaparques de la Western Australia Parks and Wildlife. Mientras realizaba su ronda cerca del arrecife Nigaloo, sorprendió a dos Aipysurus apraefrontalis apareándose. Sin ningún ‘pudor’, tomó varias fotografías de la escena y las envió a los expertos de la Universidad James Cook. Allí, los científicos confirmaron de que se trataba de la serpiente australiana de nariz corta, supuestamente extinta en algún momento entre 1998 y 2002. Y que al pillarla en semejante situación reproductiva, estaba claro que pertenecían a una población reproductora.

Su currículum la convierte en una auténtica villana. Como perteneciente a la subfamilia Hydrophiinae y buena serpiente marina que es, la Aipysurus apraefrontalis es una auténtica depredadora y no duda en lanzar su veneno a todo aquel que ose interponerse en su camino. Sus principales víctimas son por lo habitual inocentes pececillos, a los que ‘aniquilan’ con su mordedura.

Otra buena noticia de la investigación es que también han encontrado una gran población de Aipysurus foliosquama, la cual también figuraba en la temida lista.

Fuentes:

eurekalert.org | iflscience.com | sciencedirect.com |

Redacción QUO