En los seres humanos la personalidad define lo que somos y el modo en el que respondemos a determinadas situaciones. Si conocemos a alguien lo suficientemente bien, es posible predecir su respuesta en ciertas circunstancias. Pero creemos que solo los primates tienen personalidad y la ciencia ha demostrado que son muchos más los seres vivos con esta cualidad.
Y ahora se suma uno más a este “exclusivo” club: los tiburones
Un equipo de investigadores del Departamento de Ciencias Biológicas de la universidad australiana Macquarie analizó el comportamiento de diferentes tiburones de Australia ydescubrió que estos animales producían respuestas diferentes cuando eran expuestos a un ambiente desconocido y a condiciones de estrés.
«Durante las últimas décadas, la investigación de la personalidad ha demostrado que cerca de 200 especies animales tienen una personalidad individual – explica en un comunicado el autor principal del estudio Evan Byrnes – .Esta ya no se considera una característica estrictamente humano, sino que está profundamente arraigada en nuestro pasado evolutivo”.
Para llegar a estas conclusiones, publicadas en Journal of Fish Biology, los expertos diseñaron dos tipos de test. En uno de ellos, se medía el tiempo que le tomaba a un tiburón, trasladado a un nuevo ambiente, en salir de su refugio. La prueba se realizó varias veces en el mismo escualo para medir también la constancia de las respuestas. Con esto se buscaba calcular la audacia de cada tiburón en un entorno nuevo.
La segunda evaluación medía la respuesta al estrés y la velocidad de recuperación.
Los resultados demostraron que el comportamiento de cada tiburón fue constante durante los ensayos repetidos, lo que indica comportamientos arraigados en lugar de reacciones casuales. Es decir, algunos tiburones fueron consistentemente más audaz que otros, y los tiburones que eran los que mejor manejaban el estrés en el primer ensayo, repetían resultado en los siguientes.
«Nuestros resultados plantean una serie de preguntas acerca de la variación individual en el comportamiento de los principales depredadores – concluye Byrnes – y las implicaciones ecológicas y de gestión que ello pueda tener. Si cada tiburón es un individuo ytiene su propia personalidad, entonces la gestión de las poblaciones de tiburones, en términos ecológicos, es mucho más complicado de lo que se pensaba anteriormente”.

Juan Scaliter