Investigadores de la Universidad del Norte de Carolina en Chapel Hill han establecido una relación entre el comportamiento de las arañas y el aumento de las temperaturas. El estudio, realizado en concreto a una de las pocas especies que viven en comunidad, ha demostrado que ante una amenaza de supervivencia, las arañas más agresivas son capaces de volverse más cooperativas.
Según explica Spencer Ingley, doctor en Biología del Colegio de Artes y Ciencias del centro y autor principal del estudio, el cambio climático se ha instaurado como una realidad que afecta a los organismos y ha llamado la atención a los investigadores. “La gente rara vez se ha fijado en su personalidad y cómo, en grupos, puede alterarse su respuesta hacia esos cambios”, indica.
El equipo de Ingley se fijó en la especie Anelosimus stodiosus, propia del continente americano y una de las pocas que viven en comunidad. Ellos dividieron su personalidad en dos tipos: agresivas y dóciles. Cuando ambas viven en comunidad, comparten tareas como el cuidado de las crías o la captura de presas.
El experimento consistió en detectar qué cambios se producían en su comportamiento al aumentar diez grados la temperatura. Observaron que las arañas agresivas, cuando se hallaban entre las que están cortadas por el mismo patrón, tenían menos posibilidades de reproducirse y sobrevivir. Muchas de ellas fallecieron.
“Sin la diversidad de personalidades, estas sociedades serían más susceptibles a las fluctuaciones extremas de temperatura”, comenta Ingley, quien señala la capacidad de la vida en sociedad para hacer frente a las presiones.
Su equipo notó que al añadir arañas dóciles, la tendencia cambiaba. A pesar de encontrarse en unas condiciones poco óptimas para la reproducción, las agresivas modificaron su comportamiento, volviéndose más proclives a la interacción y la supervivencia.
Redacción QUO