Los científicos han descubierto que el krill antártico (Euphausia superba) desempeña un papel clave en la fertilización del océano Antárticogracias al hierro, que estimula el crecimiento del fitoplancton, plantas microscópicas que se encuentran en la base de la cadena alimentaria marina. Este hallazgo es importante para la comprensión de la capacidad de los océanos para capturar carbono y para desentrañar procesos clave en una de las regiones biológicamente más ricas del planeta.

El equipo de investigación, liderado por Katrin Schmidt, descubrió que el krill se come las partículas que normalmente se hunden hasta el fondo del mar. El ácido del sistema digestivo de estos crustáceos desempeña una doble función. Por un lado libera el hierro que se disuelve en el océano y al mismo tiempo producen sustancias químicas llamadas ligandos, que impiden que el hierro se vuelva a a unir a otras partículas.

Estos procesos estimulan no solo estimula el crecimiento del fitoplancton, también mejora la capacidad del océano Antártico para almacenar dióxido de carbono. El hierro es un elemento esencial para la vida, pero una gran parte de los océanos del mundo experimentan concentraciones limitadas.
«Sabemos que las poblaciones de fitoplancton en el Océano Antártico – explica Schmidt – desempeñan un papel fundamental tanto en el mantenimiento del ecosistema como en el procesamiento de carbono de la atmósfera. Es muy probable que en debido al cambio climático, el suministro de partículas minerales de fuentes terrestres en el océano aumenten y tendremos que vercómo responderán a estos cambios los océanos. Este descubrimiento nos da una nueva comprensión de cómo las partículas ricas en hierro se están convirtiendo en un fertilizante natural gracias al krill. Los especímenes que analizamos cerca de los glaciares tenían tres veces más hierro en sus músculos que los estudiados fuera de la plataforma continental. El krill no solo proporciona una fuente rica de proteínas y ácidos grasos para los animales yseres humanos, ahora también sabemos que juegan un papel importante en los ciclos de carbono”.
El estudio ha sido publicado en Current Biology.

Juan Scaliter