Es la hora del café y no puedes aguantar ni un segundo más alejado de su olor a tostado. No te preocupes, es natural. La evolución tiene la extraña manía de regalarnos el estimulante sea como sea, por un medio u otro. Al menos, es la impresión que a uno le queda con una investigación publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) esta semana.

Un equipo liderado por Todd Barkman, de la Universidad de Michigan Oeste, ha descubierto que, aunque el cacao, el guaraná, la naranja, el café y el té produzcan cafeína, tienen varias maneras de hacerlo. Las distintas plantas han evolucionado por libre para producir el estimulante. O sea, que la naturaleza está empeñada en que las plantas produzcan cafeína y no somos nadie para despreciar su insistente ofrecimiento.

Unas 30 de las 300.000 especies de plantas con flor que hay, más o menos, producen cafeína. Y las usan, entre otras cosas, para atraer polinizadores y como plaguicida natural. Los científicos ya sabían que las plantas de café y de té usan mecanismos moleculares distintos para producir la cafeína. En concreto, que recurren a distintas enzimas, moléculas necesarias para que las reacciones químicas tengan lugar en las células. Pero los experimentos de Barkman han añadido diversidad a este panorama.

Han concluido que el cacao, el guaraná y la naranja también utilizan otras estrategias químicas que el café y el té, una novedad interesante. Es más, el científico ha resucitado enzimas que las plantas emplearon en el pasado y que también estaban involucradas en el proceso. Es un hallazgo importante que deja claro que por mucho que el mundo se mueva constantemente, avance, evolucione, cambie, siempre tendremos cafeína.

Redacción QUO