Todo habría comenzado por una denuncia particular al Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR) de Perú. Los habitantes de la ciudad de Puno declaraban haber visto unas 500 ranas de la especie conocida como rana gigante del Titicaca (Telmatobius culeus) muertas a orillas del río Coata. Los especialistas del SERFR acudieron a la zona y vieron, en primera instancia, centenares de cadáveres en un radio de 200 metros. Pero un relevamiento posterior, en un área de unos 50 kilómetros determinó que el alcance del desastre llegaba a los 10.000 ejemplares muertos.
Los expertos del SERFOR también detectaron la presencia de residuos sólidos y formación de lodos que podrían haber envenenado a los reptiles. Estas ranas, que llegan a pesar 350 gramos y se distinguen por los pliegues de la piel que les dan una mayor superficie para respirar el aire enrarecido por la falta de oxígeno de la zona, están en una situación crítica de conservación de acuerdo con los organismos internacionales.
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Tanto los cuerpos como las muestras obtenidas, serán analizadas por Roberto Elías y Enrique Ramos del Zoológico Denver, para determinar lo ocurrido.
Juan Scaliter
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