La gran mayoría de personas solemos pensar que los animales más felices y sanos son aquellos que viven en libertad. Pero un nuevo estudio realizado con delfines y publicado en la revista PLoS ONE acaba de tirar por tierra esta idea. Al menos con los cetáceos.

La razón es principalmente su salud. Los delfines salvajes están expuesto a un mayor número de contaminantes que aquellos que viven en cautividad, lo que podría explicar por qué se enfrentan a más enfermedades. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron la salud de dos poblaciones de delfines salvajes (una en Florida y otra en Carolina del Sur) y la compararon con homónimos suyos que vivían en cautividad en Georgia y California. Estos últimos mostraron estar en mejor estado de salud.

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Menos de la mitad de los delfines salvajes analizados eran «clínicamente normales» y sus sistemas inmunes se habían activado de forma crónica, lo que indica que estaban luchando contra enfermedades. Según explica Patricia Fair, autora de la investigación, «esto es probablemente el resultado de vivir en libertad, donde se encuentran con patógenos, parásitos y contaminantes antropogénicos que no existen en los hábitats controlados«. En los seres humanos, este tipo de respuesta inmune crónica se ha relacionado con el cáncer, problemas de corazón y una mayor vulnerabilidad a enfermedades infecciosas.

Por su parte, el coautor del estudio, Gregory Bossart, veterinario jefe del acuario de Georgia, ha estudiado la salud de más de 360 delfines que habitan en la Laguna Indian River en Florida y Charleston desde 2003. Desde entonces, él y sus colegas han documentado «enfermedades infecciosas emergentes, tumores, bacterias resistentes a los antibióticos y niveles alarmantes de contaminantes en los delfines de ambas poblaciones salvajes«.

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Como grandes depredadores ubicados en la parte superior de la cadena alimenticia, los delfines también acumulan las toxinas que ingieren sus presas. Los estudios han demostrado que los delfines de la Laguna Indian River tienen altos niveles de mercurio. Investigaciones previas también han demostrado la evidencia de enfermedades fúngicas en estos delfines, «así como nuevos virus y agentes infecciosos emergentes, así como patógenos procedentes de la forma de vida de los seres humanos«. En Charleston (Carolina del Sur), los delfines mostraban altos niveles de productos químicos orgánicos procedentes de la vida humana, los cuales proceden probablemente de la industria. «Estos delfines salvajes están tratando de decirnos algo y no les estamos escuchando», afirma Bossart.

El investigador explica que, «como especie centinela, los delfines son de gran importancia para medir la salud general de nuestros océanos. Si los delfines salvajes no están viviendo bien, también es indicativo del impacto que están recibiendo nuestros océanos e incluso una alerta para nuestra propia salud». En cambio, sus compañeros que viven en hábitats controlados no muestran estos indicativos ni han activado de forma crónica su sistema inmune, lo que para los investigadores no es sorprendente. «Los delfines que viven bajo el cuidado humano están expuestos a un menor número de patógenos a consecuencia de los controles ambientales de agua, a que reciben alimentos de calidad y disfrutan de programas médicos preventivos.»

Fuente: seeker.com

Rafael Mingorance