Los pingüinos se han convertido en cómplices involuntarios de la contaminación en la Antártida. Una investigación realizada por científicos del Instituto Cavanilles, en el Parc Científic de la Universidad de Valencia, y de la Unidad de Edafología, ha revelado que las altas concentraciones de sustancias contaminantes en determinadas áreas se debe a estos animales.

Los pingüinos se alimentan en alta mar, lo que les hace ingerir a través del alimento sustancias contaminantes, especialmente metales pesados. Luego, al anidar en tierra, esparcen dichas sustancias en su entorno a través de sus excrementos.

Pudiera parecer algo anecdótico pero, según este estudio, la elevada concentración de heces de estos animales está afectando ya a diversas áreas del suelo antártico, en las que se han detectado elevados índices de metales pesados y otros elementos químicos contaminantes, principalmente cadmio, cobre y arsénico, aunque también zinc y selenio.

El informe también revela que esa contaminación es mayor en las zonas en los que los pingüinos están expuestos a un mayor tráfico marítimo.

Fuente: Agencia SINC.

Vicente Fernández López