Es probable que un polluelo recién nacido no fuera capaz de romper el cascarón si tuviera que hacerlo desde fuera, lo que pone de manifiesto la extraordinaria arquitectura de los huevos.
Un análisis nanométrico de la estructura de la cáscara ha revelado que el calcio que contiene puede tener la clave. A medida que avanza el desarrollo del embrión, el mineral se desprende de la cara interior para alimentar al polluelo, y la estructura se debilita lo suficiente como para que unos picotazos abran su camino a la vida.
Redacción QUO