El último país feudal

Si quieres viajar muy atrás en el tiempo sin salir de Europa, basta con que cojas un barco hasta la isla de Sark en el Canal de La Mancha, que se resiste numantinamente al progreso y continúa bajo un régimen de feudalismo medieval. Ésta dependencia de la Corona británica no pertenece ni al Reino Unido ni a la UE.

Durante el siglo XIII fue la base de operaciones de piratas franceses. En 1565, la reina Isabel I regaló la isla a Helier de Cateret, señor de Saint Ouen, a cambio de que expulsara a los corsarios y la colonizara con 40 familias. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue ocupada por los nazis, que incluso establecieron allí campos de concentración. Los prisioneros alemanes de estos campos fueron los responsables de la construcción de la única carretera asfaltada de la isla. En 1991, un ex físico nuclear francés en paro, André Gardes, trató de invadirla armado con un rifle semiautomático.

Actualmente, en la isla viven anclados en el pasado 600 ciudadanos de nacionalidad británica que disponen de sus propias matrículas de coche, su propio sistema postal y hasta su propio dominio de Internet. Todos los ciudadanos viven también bajo la férula feudal de su Señor, Lord John Michael Beaumont, un ingeniero aeronáutico jubilado de 80 años, en el cargo desde 1974. Los privilegios de este Señor feudal son los propios de su condición omnipotente: la posibilidad de apropiarse automáticamente de cualquier objeto que sea arrastrado por las olas a la playa de la isla (algas incluidas), una contribución tributaria anual de un pollo por familia, un 13 % del importe de todas las transacciones inmobiliarias y… hasta un banco en la primera fila de la iglesia. Por si todo esto fuera poco, un ejército de cuarenta mosqueteros está dispuesto para defenderle hasta la muerte.

Lenin en el Polo Sur

El Polo de Inaccesibilidad Antártico, el lugar a mayor distancia de una vía de comunicacion. en 1958 una expedición rusa instaló allí una base y colocó un busto de Lenin mirando en dirección a Moscú, que todavía se encuentra allí.

La falsa bóveda celeste

El techo de las cuevas de Waitomo, en Nueva Zelanda, se asemeja a una bóveda celeste. Pero los millares de puntos luminosos del alto techo no forman parte de una constelación de estrellas, sino que son gusanos luminosos. Todo este ejército brillante es en realidad las larvas de un mosquito exclusivo de las antípodas, el Arachnocampa luminosa. Para alimentarse, la larva ha desarrollado una técnica de caza parecida a la de las arañas: teje pequeños hilos de seda que deja caer desde el techo de la cueva, como si fueran hilos de pescar sin anzuelo. La luz azulada que desprenden químicamente los gusanos sirve para atraer a las presas, que se acercan a esas estrellas falsas porque creen estar contemplando el cielo y, por tanto, la salida de la caverna. Por eso, los gusanos que están más hambrientos desprenden una luz mucho más intensa que los gusanos que ya están saciados. Las presas, finalmente, son atrapadas por los hilos de seda y devoradas por este mosquito con vocación de lucero… del alba.

El lugar

Se trata del mayor desierto de sal del planeta. Con una superficie de doce mil kilómetros cuadrados, el Salar de Uyuni (en Bolivia) es un destino turístico en el que los visitantes pueden alojarse en hoteles construidos, cómo no, con sal. Pero su mayor atractivo es el espectáculo natural único que ofrece.  La fina capa de agua que cubre la blanca sal hace que el cielo se refleje sobre ella, lo que provoca en el viajero la sensación de que el suelo y la bóveda celeste se fusionan.

El puente más pequeño del mundo

Para viajar por el espacio-tiempo basta con trasladarse hasta el puente más corto del mundo entre dos países. Es un puente de pocos pasos que conecta dos pequeñas islas, una perteneciente a Canadá y otra, a Estados Unidos. Genéricamente se llaman Islas Zavikon, pero una línea invisible es objeto de continua polémica: Canadá sostiene que ambas islas son suyas. En la isla más grande, se alza una casa; en la isla más pequeña, los dueños han decidido poner el jardín trasero. Así que pueden saltar de un país al otro sin salir de su propiedad.

Aquí (casi) no hay tele

El archipiélago de Tristán de Acuña está compuesto por cuatro islotes en los que solo habitan 300 personas, hombres y mujeres que solo tienen 7 apellidos y se agrupan alrededor de 80 familias. Se halla a 2.430 kilómetros al sur de la isla de Santa Helena, donde murió Napoleón. Administrativamente, pertenece a la Corona británica. El sitio no es muy agradable a nivel meteorológico: aunque no hace demasiado frío, las rachas de viento pueden alcanzar los 190 kilómetros por hora.
Si en un arrebato eremítico te decides por emigrar a este reducto de humanidad, te advierto de entrada que la televisión no llegó hasta 2001. Ahora, el único canal que emite allí es el de las Fuerzas Armadas británicas, cuya señal llega desde las islas Malvinas. No suena muy divertido.   

Un infierno helado

El lugar habitado más frío del mundo es Oymyakon, en la república rusa de Yakutia, al este de Siberia.
Allí los termómetros marcan hasta -71,2 grados centígrados, récord alcanzado en 1926. Vivir en Oymyakon es peor que encerrarse en un congelador, como bien los saben sus 800 habitantes. Tanto es así que cuando sus pescadores extraen las capturas, estas se congelan en menos de 30 segundos; la leche se comercializa en bloques helados de color mármol; la comida no se guarda en neveras, sino en el vestíbulo de la casa, que no está provisto de calefacción; si se lanzara un vaso de agua al aire, caería contra el suelo convertido en hielo quebradizo; si alguien se olvida de cubrir de ropa alguna parte de su cuerpo antes de salir a la calle, probablemente sufrirá graves lesiones en los tejidos.

Hay marcha en este cementerio

Aunque parece que todos los camposantos están rodeados de una aureola fúnebre, existe alguno capaz de arrancar sonrisas a sus visitantes. Es el caso del Cementerio Alegre, ubicado al norte de Rumanía, en la ciudad de Sapanta, una comunidad de 5.000 habitantes sobre los Cárpatos. Las tumbas han sido talladas y pintadas de azul, las cruces se presentan en blanco, verde y rojo, y en las lápidas pueden leerse irónicos epitafios. He aquí algunos ejemplos: “Aquí descansa mi suegra; si hubiera vivido otro año más, yo ocuparía su lugar”. “Y otra cosa que mucho me gustaba era sentarme al calor de una taberna acompañado de un vaso de vino y una mujer, siempre que fuera la mujer de otro”. “Señor, recíbela con la misma alegría con la que yo te la mando”. “Ya estás en el paraíso, y yo también”. “Tanta paz encuentres como tranquilidad me dejas”. “Aquí yace mi mujer, fría como siempre”. “Aquí yace mi marido, al fin rígido”. Una buena muestra de humor… negro, por supuesto.

Soledad marina

Si buscas lejanía sin tierra firme, entonces pon rumbo a Punto Nemo, el lugar del mar más distante de la costa, al sur del océano Pacífico. Mires donde mires, la costa más próxima está a 2.688 kilómetros de distancia. Así pues, Punto Nemo es el centro de un círculo de más de 21 millones de kilómetros cuadrados de superficie acuosa.      

Una ciudad sin pobres

Hay lugares con nombres extraños, como la pequeña ciudad estadounidense de Tighwad (Tacaño), donde irónicamente nadie (según el censo de 2006) vive por debajo del umbral de la pobreza. La mayoría de sus habitantes, por supuesto, guardan sus fortunas en el Banco Tacaño (Tightwad Bank).

A caballo entre dos fechas

Un fenómeno curioso es el que viven los casi 90.000 habitantes del archipiélago de las Kiribati (en el Océano Pacífico), que por su especial situación geográfica pueden ser los primeros en celebrar el Año Nuevo. Hasta el 1 de enero de 1995, el archipiélago estuvo dividido en dos fechas: mientras en algunas de las islas era lunes, en las otras era todavía domingo, pues el país estaba atravesado por la Línea Internacional del Cambio de Fecha. Un simple salto, cruzaban la línea, y podían viajar adelante y atrás en el tiempo. A partir de 1995, las Autoridades decidieron que esta línea divisoria se desplazara hacia el este, a fin de que el país completo viviera en el mismo día.

La última

La localidad de Zzyzx (California), fue bautizada así por su fundador Curtis Springer, quien alegó que el pueblo se llamaría con la última palabra del inglés.

¿Cómo has dicho que se llama?

Hay una localidad al sur de Gales ligeramente diferente del resto. Su nombre es: Llanfairpwllgwyngyllgogerychwyrndrobwllllan-tysiliogogogoch. Se puede traducir como “Iglesia de Santa María en la hondonada del avellano blanco, cerca del rápido remolino de agua y de la cueva roja de la iglesia de San Tisilio”.