Robarles una foto constituye una auténtica proeza. Pero, si nos mueve una buena causa, podemos capturar todas las facetas de estas maestras del camuflaje. En esa aventurase embarcó el fotógrafo Mark Hambling y lo único que encontró durante días fueron hileras de huellas. Las tierras altas de Escocia le recibieron con espesas capas de nieve blanda y temperaturas bajo cero, pero ni rastro de las liebres de montaña que debía retratar. Emblemáticas de la zona, su pelaje blanco las funde con el paisaje como una capa de invisibilidad contra los ávidos deseos de zorros, gatos salvajes, aves rapaces… y fotógrafos. A él se une un retraimiento natural que le ha merecido la denominación latina de Lepus timidus. Únicamente la paciencia consiguió superar el truco visual, detectar un movimiento repentino y conquistar con pericia estas hermosas imágenes.

El encargo formaba parte del proyecto 2020Vision, una iniciativa destinada a “establecer un puente entre la ciencia de la conservación y el público mayoritario”, según su coordinador, Peter Cairns. La fotografía les sirve como herramienta para devolver a los ecosistemas británicos el cariño y la preocupación de sus ciudadanos.

Pero el trabajo de Hambling no captó toda la realidad de la liebre y su entorno. Con la llegada de la primavera, Escocia se cubre de brezos, y su habitante de largas orejas acompasa su atuendo a la tonalidad de esos matorrales que constituyen su principal alimento. El encargado de presentarnos el pelaje entre marrón y ocre de este herbívoro insaciable es ahora el fotógrafo aficionado de diecisiete años Fergus Gill, al que el profesional Hambling sirve de mentor.

Las condiciones climáticas se han suavizado, y sus modelos presentan más actividad durante el día. El instinto reproductor de los animales y la abundancia de alimento ofrecen al joven ocasión para contemplar e inmortalizar algunos ejemplares con una naturalidad conmovedora. Gill desea apelar a la conciencia de los cazadores escoceses, que exterminan a las liebres por temor a que sus garrapatas salten a los lagópodos, aves de gran valor cinegético. Ojalá lo logre.

Hasta las orejas.
La punta de los pabellones auditivos es negra todo el año, mientras que la cola es siempre blanca.

Tras un buen sueño…
solo apetece moverse para buscar comida, que en invierno incluye líquenes y la corteza de los árboles.

Los cazadores las matan por temor a que transmitan sus garrapatas a las  aves que ellos persiguen

No estoy.
Con el manto adecuado, una simple hondonada sirve para pasar inadvertida durante el día. La actividad llegará con el ocaso.

No hay como desperezarse con un buen bostezo para el ajetreo primaveral, durante el que volverán a mudar el pelo de un marrón a otro.

Mucha vista.
Las liebres ya vienen al mundo con los ojos abiertos. Necesitan estar alerta, porque sus madres solo se les acercan para alimentarlas.

Reinas del boxeo.
Cuando una hembra no está preparada para aparearse, rechaza a sus pretendientes a puñetazos.