Acostumbradas a atrapar miradas, las modelos y atletas Roberta Mancino y Hannah Fraser se han tirado al mar para captar nuestra atención y depositarla sobre otros seres igualmente bellos, pero mucho más necesitados de protección: los tiburones ballena (Rhincodon typus). En una semana de frenética sesión fotográfica, los gigantes del mar y las reinas de la elegancia consiguieron conjugar estos inolvidables momentos rebosantes de armonía y fuerza vital.
Al otro lado de la cámara, los creadores de la idea: Shawn Heinrichs, fotógrafo, director de cine y fundador de Blue Sphere Media , y el fotógrafo de naturaleza y moda Kristian Schmidt. Ambos habían coincidido en una expedición de la organización ecologista Wild Aid para buscar tiburones ballena. Convencidos de que había que implicar al gran público en la defensa de esta especie amenazada, decidieron unir sus experiencias y proporcionar a los cetáceos un cóctel infalible como cebo visual: mujeres hermosas y moda de calidad.
Pero ¿cómo citar a los mayores animales del océano a una sesión de fotos? Heinrichs nos cuenta que dos años antes había conocido el lugar perfecto para hallarlos, mientras rodaba un documental: “en el pueblo de Oslob (Filipinas), los pescadores han establecido una relación especial con los tiburones ballena. Estas se acercan en grupos a la costa, donde los pescadores las alimentan a mano con puñados de camarones. Todos los días, durante unas horas, los tiburones se quedan tranquilamente junto a las canoas esperando su “golosina”, hasta que por la tarde regresan a alta mar para seguir buscando alimento”.
Por eso se trasladó allí con todo el equipo y, efectivamente, consiguió las magníficas imágenes que te ofrecemos. Todas ellas pueden adquirirse impresas en en una edición limitada de fotografías destinadas a coleccionistas. Sus precios oscilan entre los 1.695 y los 4.495 dólares, y parte de los beneficios se dedicarán a la protección de los tiburones ballena, así como otras especies de tiburones y rayas, a través de WildAid.
Eso sí, los autores nos las ha cedido amablemente para que aquí puedas contemplarlas gratis, junto al relato de los entresijos del proyecto por parte de Shawn Heinrichs.
Hannah Fraser se ha especializado como «sirena profesional». Su extraordinaria habilidad bajo el agua le ha permitido participar en numerosas películas y sesiones de fotografía encarnando a los enigmáticos seres mitológicos. En esta ocasión aplica su experiencia a una buena causa: proteger los tiburones ballena.
«Algunos días llegamos a tener hasta 18 tiburones nadando cerca», asegura Shawn Heinrichs. «Son unos animales muy pacíficos y no se sienten molestos por la presencia humana. A veces incluso se mostraban curiosos y ascendían nadando a toda velocidad hacia nosotros, por lo que había que apresurarse a quitarse del medio».
Además de lanzarse al agua, Roberta Mancino es una experta paracaidista. Su excelente forma le ha permitido coreografiar hermosísimas poses en armonía con las figuras de los tiburones. Todo ello a pulmón y en coordinación con el equipo técnico que tomó las imágenes.
Hannah Fraser parece señalar las oportunidades que ofrecen estos admirables cetáceos. A pesar de que en Filipinas están protegidos oficialmente, hace unos doce años la población había desaparecido prácticamente, porque la población local intentaba salir de su pobreza cortándoles las aletas y vendiéndolas a China. «Hace sólo dos años unos buceadores encontraron un ejemplar juvenil con las aletas cortadas», relata Heinrichs. Sin embargo, poco a poco las comunidades de la costa han comprendido que «pueden ganarse la vida con los turistas ávidos de contemplarlas y ahora luchan for defenderlas».
Tras esta sutil alegoría de la esperanza se esconde un inmenso esfuerzo. Los fotógrafos no utilizaron iluminación adicional: «teníamos que esperar a los momentos en que el sol rompía las nubes y nos regalaba esos impresionantes rayos que iluminaban a las modelos», cuenta Heinrichs.
Tardaron cuatro meses en preparar el proyecto y, una vez en Filipinas, «si pensabas en el clima, las condiciones del agua, la vida marina, el equipo de fotografía submarina y las modelos, cualquier cosa podía salir mal». Afortunadamente, no fue así.
«A veces me quedaba atónito viendo a Hannah Fraser dejar salir todo el aire de sus pulmones y luego descender y bailar maravillosamente en el agua durante más de un minuto», afirma un Shawn Heinrichs lleno de asombro.
Roberta Mancino acompaña al tiburón en una de los comportamientos más frecuentes de estos: deslizarse casi rozando la superficie, mientras filtran en agua en busca del plancton y los pequeños peces que los alimentan. Desde fuera puede distinguirse su estampado de manchas blancas, con una distribución única en cada ejemplar.
El tiburón parece agradecer a la joven su contribución a garantizar un futuro a la especie. La impresionante presencia de los cetáceos se suaviza con una actitud abierta y una magnificencia que despierta de inmediato la empatía humana.