Se afirma que la arquitectura descansa en tres principios: la belleza (Venustas), la firmeza (Firmitas) y la utilidad (Utilitas). Jugando a encontrar el equilibrio perfecto entre estas tres cualidades, la imaginación de los arquitectos ha creado, desde la Edad Antigua hasta nuestros días, innumerables espacios catalogados bajo diferentes estilos arquitectónicos, a cual más interesante.
En la actualidad, la arquitectura moderna se caracteriza por un firme discurso estético y social de completa renovación del hombre contemporáneo. Intentando escapar del funcionalismo impersonal (aunque derive de él), el organicismo, que surgió de un movimiento filosófico, pretende humanizar los espacios promoviendo la armonía entre el hábitat humano y el mundo natural. Sus principales promotores fueron arquitectos escandinavos (1930-1940) y el arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright, que no solo dio nombre al movimiento, sino que es el autor de uno de los símbolos más conocidos de este estilo arquitectónico: la casa de la cascada.
«Forma y función son uno.» Frank Lloyd Wright
El objetivo principal del organicismo no es otro que la arquitectura esté al servicio del hombre y no a la inversa. También que, mediante el diseño, la obra se introduzca en el entorno para formar una composición correlacionada y unificada. Se caracteriza por un estilo cubista, de formas tetraédricas, en las que las necesidades se encajan de forma simple, estructurada y constructiva. Opta por un acabado en el que primen los aspectos humanos, simplicidad y eliminación de lo superfluo, el uso de todo tipo de materiales (principalmente naturales) sin fachadas que lo limiten. Si bien este movimiento acepta muchas claves del funcionalismo, como por ejemplo, plantas libres y diáfanas, la incorporación de adelantos industriales y la utilidad frente a lo ornamental, procura evitar todos los errores en los que cae el funcionalismo, como la impersonalidad.
La arquitectura organicista no está pensada para satisfacer el ego del arquitecto, sino para que este interprete el todo (entorno, dueños, forma de vida…) y se ponga al servicio de la obra. Sus representantes más conocidos, además de Frank Lloyd Wright, son: Alvar Aalto, Bruno Zevi o Louis Sullivan entre otros. Algunos ubican a Antonio Gaudí dentro del organicismo, pero no es del todo exacto. Su obra está fuertemente influenciada por el organicismo, pero la corriente principal en la que se enmarca es el modernismo.
En esta galería podrás conocer las casas y espacios más famosos de este movimiento, aunque estamos seguros que, al igual que nosotros, te encantaría vivir en cualquiera de ellas.