Los primeros restos de huevos con cáscara que conocemos corresponden a Lufengosaurus, unos dinosaurios cuellilargos que vivieron hace 190 millones de años en lo que hoy es la ciudad china de Lufeng. Desde entonces, la evolución ha ido diversificando este sistema de protección del embrión utilizada por reptiles, aves e incluso dos tipos de mamíferos: la equidna y el ornitorrinco. Las formas, tamaños, colores y texturas están condicionados por factores como la anatomía de la madre y la necesidad de camuflarse e incluso de evitarles rodar por un acantilado, mientras el grosor se debate entre proteger al embrión y permitirle salir al exterior sin sufrir demasiado. Lo que no ha cambiado es la emoción de verlos romperse para dejar paso a la vida.
Los fósiles encontrados en Lufeng (China) han evidenciado que los dinosaurios se movían dentro del huevo, como las aves y los mamíferos.
El faisán venerado pasa entre 24 y 25 días en un huevo que su madre incuba en una puesta de entre 6 y 10, sobre un nido escondido en un arbusto o entre la hierba.
Marchando una culebra de collar
Han pasado diez semanas desde que la madre dejara su puesta de hasta 40 huevos…
… En un montón de estiércol. Llegado el momento adecuado, la pequeña cría rasga…
… la textura de cuero de la cáscara, formada por capas superpuestas de fibra.
La lengua bífida le proporciona las primeras sensaciones del mundo que conquistará sola.
Cuando consigue extraer su cuerpo, de entre 20 y 25 cm, comienza una aventura en la que tendrá un 50% de posibilidades de llegar a la edad madura.