“La niebla de noviembre trae el Sur en el vientre”. 12 de noviembre
En las zonas del interior, los amaneceres neblinosos son frecuentes durante este mes otoñal. Por las noches se produce un enfriamiento progresivo de la superficie del suelo, pero durante este mes también es frecuente la aparición de frentes de aire húmedo y templado procedentes del sur, concretamente de las Azores y de la zona subtropical del Atlántico. Así, cuando ese aire cálido se posa sobre el frío suelo, el vapor de agua que contiene se condensa rápidamente. La consecuencia de este proceso es la formación de lo que los meteorólogos llaman “bancos de niebla de frente caliente”.

“Año de nieves, año de bienes”. 30 de enero
La acumulación de agua en forma de nieve durante los meses fríos es vital para la agricultura y para el abastecimiento hidráulico. Pero las nevadas invernales deben ir seguidas de abundantes lluvias para que realmente sea un año de bienes (de buenas cosechas). Y eso es lo que no ha ocurrido en España en 2005. A un invierno abundante en nieve lo siguió un tiempo muy seco. Y de ahí la sequía que estamos sufriendo.

“En febrero busca la sombra el perro”. 4 de febrero
Un aforismo que puede parecer erróneo. Estamos en invierno, entonces, ¿cómo vamos a buscar la sombra? Pues por la sencilla razón de que febrero es el mes del año con mayor frecuencia de situaciones atmosféricas anticiclónicas. Un “buen tiempo invernal” que se caracteriza por unas jornadas de frío nocturno, nieblas de madrugada y temperaturas agradables durante el día, ya que el suelo recibe una cantidad muy alta de radiación solar. De ahí que en muchas regiones españolas puedan registrarse unas mañanas casi primaverales con este tipo de tiempo. Y existe otro refrán estrechamente relacionado con el anterior, que asegura que “mañanita de niebla, tarde de paseo”, porque esas jornadas anticiclónicas tan características de febrero suelen comenzar con bancos de niebla matutinos que se disipan a media mañana y dan lugar a un tiempo soleado y más templado, en claro contraste con las frías temperaturas nocturnas.

“Hasta el cuarenta de mayo no te quites el sayo”. 15 de mayo
El sayo era una prenda interior, ya en desuso, parecida a una camiseta y que cubría todo el cuerpo hasta las rodillas. Tal y como dice el refrán, los habitantes del interior de España se aferraban a ella, debido a que en esas zonas del país las noches siguen siendo muy frescas hasta bien entrado el mes de junio. Una realidad que también se refleja en otro conocido aforismo: “Hasta el día de San Juan (24 de junio) no te quites el gabán”. Pero si hay algo que caracteriza a mayo es que se trata del mes de las flores, una consecuencia de las abundantes precipitaciones de abril.

“Nueve meses de invierno y tres de infierno”. 10 de julio
En el interior de la Península Ibérica predomina lo que se conoce como clima continental. Y una de sus principales características es que, a causa de la elevada altitud media de algunas de esas zonas (como los 600 m sobre el nivel del mar que alcanza la Meseta Castellana), y del alejamiento de nuestras zonas costeras (la atlántica, cantábrica y mediterránea), se acentúa el carácter extremo del clima. Por eso, las estaciones intermedias caracterizadas por sensaciones térmicas más templadas (la primavera y el otoño) se diluyen y acortan en beneficio de una mayor aspereza climática, que ensalza la crudeza del frío del invierno y da la sen­sación de que puede llegar a durar hasta nueve meses, y el calor abrasador que suele caracterizar sus sofocantes veranos.

“Septiembre, o seca las fuentes, o se lleva los puentes”. 20 de septiembre
El verano muere y llega el otoño. Y el mes de septiembre manifiesta su naturaleza de época de transición con un clima variable e inestable. Por un lado, sus temperaturas todavía son calurosas. Por eso, en un año muy seco en septiembre pueden prolongarse las secuelas de la sequía estival (de ahí que se “sequen las fuentes”). En cambio, en un año de abundantes precipitaciones, las corrientes ascendentes de aire caliente que todavía existen pueden provocar lluvias torrenciales (que causen inundaciones que “se lleven los puentes”).

Cuando el grajo vuela bajo… ¿hace un frío del carajo?

El grajo es un ave, perteneciente a la familia de los córvidos, que siempre ha tenido muy mala fama, ya que en muchos pueblos de España se los consideraba pájaros de mal agüero. Por eso, cuando un grajo se posaba sobre el tejado de una casa se temía que fuera el anuncio de la inminente muerte de alguno de sus habitantes.
Evidentemente, era una superstición. Pero lo que, en cambio, no resulta ninguna tontería es relacionar la presencia de estas aves volando casi a ras del suelo con la inminente llegada de una ola de frío. Porque, aunque parezca sorprendente, el dicho “cuando el grajo vuela bajo hace un frío del carajo” es una “gracieta” popular que esconde una verdad científica.
Cuando llegan las masas de aire frío, este se acumula en las llanuras y en las partes bajas de los valles, donde ejerece una presión hacia el suelo (la estabilidad atmosférica) que obliga a las aves a volar a muy pocos metros por encima de la superficie. Un fenómeno que también ilustra otro refrán, según el cual “si la corneja va rasante, saca bufanda y guante”.
Son sólo dos ejemplos de refranes climáticos cuya veracidad ha sido demostrada por los meteorólogos. Pero hay muchos más.

“Por Santa Teresa, la lluvia trae agua a las presas” . 15 de octubre

Uno de los muchos refranes que aluden a la abundancia de precipitaciones que suelen producirse este mes, que se cuenta entre los más lluviosos en España. Y en la franja mediterránea, estas precipitaciones suelen presentarse de forma torrencial (la temida “gota fría”). En efecto, el calendario de lluvias torrenciales en esta parte de España alcanza su punto máximo en los primeros veinte días de octubre, y la festividad de Santa Teresa a la que alude la sentencia popular corresponde al día 15 de dicho mes. En este período es cuando se han producido la mayor parte de episodios de inundaciones catastróficas en el litoral mediterráneo, como se comprueba gracias al análisis de las estadísticas meteorológicas. Baste recordar las terribles inundaciones de los meses de octubre de 1957, en Valencia, y de 1973, en la cuenca del Segura.

“El frío puede entrar de repente entre Navidad y los Inocentes”. 27 de diciembre

Es totalmente cierto. Porque, realmente, el frío intenso y las precipitaciones en forma de nieve son fenómenos que se producen por la llegada de masas de aire polar o ártico a las tierras ibéricas. Y aunque estos fenómenos ya son habituales a finales de noviembre y durante todo diciembre, suelen aumentar su intensidad a partir del día 20 de ese mes. Ese es el motivo de la íntima relación que nos propone el aforismo entre el recrudecimiento de la temperatura invernal y las fechas de final de año del calendario religioso.

“Marzo ventoso y abril lluvioso hacen a mayo florido y hermoso”. 15 de marzo

La llegada a la Península de las borrascas que se forman en el Atlántico es un fenómeno muy frecuente en marzo. Y ese es el motivo de que este mes tenga fama de ser ventoso, tal y como corrobora otro célebre dicho popular: “En marzo, la veleta ni dos horas se está quieta”. Pero no es este el único fenómeno meteorológico que distingue al tercer mes del año. Nuevamente, la sabiduría popular nos dice que “marzo varía siete veces al día”. Y es una gran verdad, porque se trata de un mes climatológicamente variable, en el que los días soleados se alternan con las jornadas lluviosas y de carácter tormentoso.

“En abril, aguas mil; al entrar, al medio o al fin”. 29 de abril

Ha llegado la primavera, una de las estaciones más lluviosas del año y cuyo mes más emblemático es abril. En casi toda España, este mes es otro de los marcados por abundantes precipitaciones, que son provocadas por el tránsito continuo de las grandes borrascas que penetran en nuestro territorio por el Atlántico norte (por Galicia) y que atraviesan toda la Península Ibérica. A este fenómeno se le une el hecho de que es en esta época del año cuando se produce el deshielo de las nieves acumuladas en las zonas de alta montaña, lo que provoca la aparición de nuevas fuentes y manantiales de agua que habían permanecido en un letargo helado durante todo el invierno, y que pasan a alimentar los caudales ya existentes (ríos, torrenteras, embalses…). Por ese motivo, la gente del campo también acostumbra a decir que “abril hace a la fuente parir”.

“Junio, juniete, nublado nublete; si no graniza, agoniza”. 26 de junio

Evidentemente, hemos llegado a un mes en el que ya se empiezan a notar los rigores del calor. Por eso se suele decir que “un mes de junio normal seca el manantial”, porque, en efecto, suele ser un mes seco que preludia la sequía estival. Pero, sin embargo, hay años en los que el clima de junio se presenta muy inestable a causa de la formación frecuente de borrascas veraniegas. Lo que sucede es que el sol ya calienta intensamente la superficie terrestre y crea corrientes ascendentes de aire muy caliente que al entrar en contacto con las corrientes de aire frío de las capas superiores de la atmósfera provocan tormentas estivales, que acostumbran a ir acompañadas de fenómenos de granizo y pedrisco. De hecho, junio es el mes del año con mayor frecuencia de tormentas de granizo, tal y como se asegura en el refrán que encabeza este apartado.

“En agosto, si llueve, frío en el rostro”. 16 de agosto

Aunque es la época de las tradicionales vacaciones veraniegas, agosto deja de ser un mes plenamente estival en las zonas del interior y de montaña. Los días ya no son tan largos como en julio, y a partir de la segunda quincena es frecuente que se produzcan tormentas, provocadas por la llegada de masas de aire frío procedentes del Atlántico norte. Un fenómeno que puede hasta dejar las primeras nieves en los Pirineos y en la cordillera Cantábrica.

Algunos refranes meten la pata

Pero hay, también, refranes y dichos climáticos con escaso o nulo fundamento científico, y que tienen una significación estadística baja, puesto que, en el mejor de los casos, pueden cumplirse en un 50 por ciento.

“Si hiela bien por enero, bien lloverá en febrero”
El frío en enero no tiene por qué ser el preludio obligatorio de lluvias en febrero. Incluso puede haber años con mucha nieve y fríos intensos en enero y febreros secos.

“Por San Valentín, los almendros floridos”
La floración del almendro depende de cómo sea el clima en las primeras semanas del año. Si abundan las masas de aire templado, se adelanta el proceso y a mediados de enero se pueden ver ya almendros en flor; pero en años con un enero muy frío, la floración se puede retrasar hasta finales de febrero o incluso hasta bien entrado el mes de marzo.

“Cuando marzo mayea, mayo marcea”
Se alude al supuesto intercambio de los rasgos climáticos entre ambos meses. Pero se trata de un aforismo que, pese a su popularidad, tiene escasa base científica, puesto que no hay relación entre los patrones atmosféricos de ambos meses. La inversión climática a la que se refiere este refrán no pasa de ser una mera coincidencia que puede producirse algún año.

“Septiembre, el mes más malo que el año tiene”
Mas bien es al contrario; septiembre es un mes muy apacible en muchas regiones españolas (salvo algunas puntuales lluvias torrenciales). El verano tarda en desaparecer y aún no han hecho acto de presencia los fríos originados por la llegada de masas de aire polar o ártico, más proclives a partir de octubre. En el litoral mediterráneo, septiembre es tradicionalmente apreciado como el mejor mes para bañarse, porque la temperatura del agua del mar alcanza su máximo anual precisamente durante su primera quincena.

Días crecientes, noches menguantes

Los refranes climáticos más certeros son los que se refieren a la duración de las horas de sol. Así, por ejemplo, se dice que: “Por Santa Lucía (13 de diciembre), un paso de pulga, y por Navidad un paso de gallo”, para relacionar la longitud de la pisada de estos dos animales con el aumento de la duración de la luz solar que tiene lugar entre mediados y finales de diciembre. Y en efecto, los días que transcurren entre finales de noviembre y el solsticio de invierno (21 de diciembre) son más cortos que sus noches. Por eso se dice también: “Santa Lucía (13 de diciembre), la más larga noche y el más corto día”. Sin embargo, una vez cruzado el solsticio de invierno, los días se alargan hasta llegar al solsticio de verano (21 de junio), tal y como afirma otro refrán: “Por Reyes (6 de enero), el frío y los días crecen”.

Redacción QUO