Pocos insectos resultan tan agradables de ver como la Hymenopus coronatus, más conocida como mantis orquídea. Su singular y poética belleza se debe a su similitud con las Orchidaceae, sus colores brillantes y su impresionante capacidad de mimetismo, ya que la hacen poseedora de un aspecto desconcertante.

Es una auténtica reina del camuflaje, técnica de supervivencia que ha mejorado a lo largo de su evolución. Suelen ser blancas con detalles rosas o amarillos brillantes, aunque pueden encontrarse en cualquiera de los tres colores. De hecho, una mantis de esta especie puede cambiar de color a capricho en cuestión de días dependiendo de la luz, la humedad o el entorno donde pretenda mimetizarse. 

Los lóbulos de sus patas imitan a las hojas de las flores, aportándole un aspecto que le permite no ser detectada por depredadores ni por sus futuras presas, a las que caza sin estresarse lo más mínimo. Espera tranquilamente en la rama de un árbol o entre un grupo de inocentes florecillas a que aparezca el almuerzo. Se decanta por insectos polinizadores y de vez en cuando se zampan algún que otro grillo.

La hembra es de mayor tamaño que el macho y también menos asustadiza. Frente a los siete centímetros que puede medir una fémina de la especie, los machos no llegan a sobrepasar los 2,5 cm. En su primer estadio no son tan vistosas, su cabeza es negra y su cuerpo rojizo. Su hábitat natural son las selvas húmedas y cálidas del Sudeste de Asia, donde se camuflan sin ninguna dificultad.

* Para saber más: Orchid mantis’ astonishing camouflage isn’t especially orchid-like | ARS Technica

Peligrosa cazadora

El escritor de viajes James Hingston describe así su encuentro con una mantis orquídea en Java Occidental:

«Nuestro amable anfitrión nos conduce a su jardín, donde pudimos observar, entre otras cosas, una flor con forma de orquídea que captura moscas vivas. Cazó incluso una mariposa mientras estaba presente. La encerró en sus bonitas y mortíferas hojas, tal y como si una araña la hubiese envuelto en su red.»

No hay piedad para sus víctimas

Si están en cautividad, las ninfas suelen empezar alimentándose de moscas de la fruta. Después añaden proteínas mientras van pasando a insectos más grandes. En la edad adulta, pueden llegar a comerse cualquier cosa que puedan cazar, como pequeñas lagartijas, grillos o polillas.

Belleza desconcertante

Una de las características que la hace más famosa es su hermoso y brillante colorido, así como su inquietante forma.

Reinas del camuflaje

Su nivel de mimetización es sorprendente y está muy por encima de muchos que utilizan esta técnica para zafarse de sus depredadores. 

Espíritu tropical

Su mejor hábitat está en los bosques tropicales de Tailandia, Camboya, Indonesia, Malasia o Vietnam. Buscan el calor y la humedad.

 

 

Dimorfismo sexual

La mantis orquídea presenta uno de los dimorfismos más acusados de todo su reino: la longitud del macho es la mitad del de la hembra.

 

Sin peligro para los humanos

Aunque posiblemente intente morderte si la coges, le servirá de poco, ya que sus fauces no pueden hacernos daño.

Su etapa ninfa

En su primera etapa se parecen mucho a una hormiga. Su cabeza es negra y su cuerpo rojizo.

Segunda etapa: blanca

Según crece, la mantis se va acercando cada vez más a su color final en cada una de sus mudas. Se cree que la intesidad de la luz y la humedad contribuye al resultado final.

 

La eterna infiltrada

Su color siempre tratará de estar en consonancia con su entorno. A este fenómeno se le conoce como cripsis, cuyo mayor representante es el bicho palo.