Si piensas que ganarse la confianza de un ave no debe ser demasiado complicado es que todavía no lo has intentado con un búho. Brad Wilson, experto en fotografía animal y en fotos a quemarropa, ha empleado varios años de su vida en conseguir que varios búhos le miren a los ojos a través de su cámara. Durante mucho tiempo visitó a sus amigos con plumas en el Santuario Mundial de Aves de San Luis y en The Wildlife Center, ubicado en Española (Nuevo México). 

Wilson pasó muchas horas con cada ave, intentando captar su mirada directa. «Es difícil conseguir que un búho te mire como lo hacen los humanos», reconoce Wilson para Audubon.org. Pero difícil o no de conseguir, la mirada de un búho no te deja indiferente. Penetrante e hipnotizadora ha dado lugar a todo tipo de leyendas a lo largo de la historia. Gran parte de esto se debe a que sus enormes ojos están fijos, es decir, tienen que girar la cabeza para ver en distintas direcciones. Aunque poseen una visión binocular y excelente, son hipermétropes y no pueden ver casi nada en distancias cercanas.

Brad Wilson ha trabajado con 65 especies distintas en su serie Affinity: tigres blancos, elefantes, rinocerontes, primates… pero reconoce que este ha sido su trabajo más desafiante. Ha necesitado años para construir una confianza mutua y que los búhos permitieran el contacto físico de una sola persona y, según reconoce, «los búhos no hacen extensible esa confianza a otros seres humanos».

Con este trabajo Wilson pretende, según sus palabras, dignificar a las aves en cautiverio. De ahí que la ‘percha humana’ no aparezca dentro del marco ni tampoco sus lesiones o alas dañadas. «Quiero que estas fotografías acentúen la nobleza y la independencia de cada ave cautiva, minimizando así la dependencia que ha de mantener con su cuidador».

Tecolote occidental

Al Tecolote occidental (Megascops kennicottii) le gusta vivir en bosques templados tropicales y subtropicales, desiertos, campos o jardines rurales e incluso han sido vistos en parques suburbanos. Son nativos de América del Norte y América Central.

Su actividad comienza al atardecer, momento en el que afinan su oído y su vista para cazar su cena.

Búho real

El Bubo bubo, más conocido como búho real, pertenece al clado de rapaces nocturnas del grupo de los estrígidos

Su cría en cautividad es relativamente sencilla, por lo que es frecuentemente empleado en el arte de la cetrería. Puede encontrarse en multitud de hábitats, aunque cuando de hacer nidos se trata, prefiere hacerlo a más de 2000 m de altitud.

Lechuza común

Su nombre científico es Tyto alba aunque sin duda es más conocida como la lechuza de los campanarios. Se la puede encontrar en cualquier punto del planeta exceptuando zonas desérticas o polares.

 

El autillo yanqui

Como buen Strigidae sus hábitos son estrictamente nocturnos. Es bastante común cruzárse con él si estás en México, America del Norte o Canadá.

 

Autillo flamulado

Frecuente de México, Estados Unidos y Guatemala, si te cruzas con este búho no dejes de mirar sus bellos ojos color café. Es una rapaz nocturna y se engloba en el género de los autillos o tecolotes.

El búho cornudo

Su nombre científico es Bubo virginianus, aunque se le conoce como búho americano o búho cornudo por razones más que obvias.

Es la especie de búho más grande de América y usado frecuentemente para la cetrería.

El búho chico

Como la mayoría de ellos, el Asio otus también se engloba dentro de la familia Strigidae. Habita en bosques de nuestro continente, preferiblemente en pinos, donde se le puede ver durmiendo durante el día. Para facilitarse un buen descanso suele birlar el nido de un córvido o de una ardilla.

El cárabo californiano

También de la familia Strigidae, el Strix occidentalis es una especie muy extendida en los bosques de América del Norte.

Está clasificada como especie en peligro de extinción.

El lechuzón de anteojos

El Pulsatrix perspicillata pertenece también a la familia de los Strigidae concretamente, al género Pulsatrix. Es nativo de las selvas de América Central y América del Sur.