Actualmente, Gil Batle vive en Filipinas. Pero a sus espaldas tiene un largo pasado carcelario. Gil pasó veinte años en cinco prisiones diferentes de California, por delitos de fraude y extorsión. Durante su estancia entre rejas aprendió la técnica de tatuar y llegó a coinvertirse en todo un experto. Ahora, esa técnica le ha servido para sacar adelante un singular proyecto: ha «esculpido» en cáscaras de huevo diversas escenas que resumen sus dos décadas de vida en prisión. Ha sido un trabajo largo y delicado que ahora se exhibe en una galería de Nueva York.