Dinamarca ha sido el segundo país del mundo que ha introducido un impuesto sobre los alimentos altos en grasas saturadas, un impuesto que, por cierto, ha levantado el debate a nivel internacional. Por un lado, la medida ha sido aplaudida por aquellos defensores de la salud pública, pero por otro, una gran mayoría de ciudadanos se ha manifestado en contra de la misma y la han catalogado como una medida correspondiente a un gobierno excesivamente sobreprotector que pretende actuar de ‘niñera’. El primer país que lo impuso fue Hungría, quien desde el mes de septiembre cobra también un impuesto extra por las grasas trans. En California y Nueva York ya existe una ley que prohibe el uso de grasas saturadas en los restaurantes. Países como EEUU y México, también quieren introducir medidas similares para el consumo de bebidas azucaradas, pero también hay que tener en cuenta que son dos de los países con las tasas de obesidad más altas. Por su parte, Dinamarca cuenta con las tasas más bajas de obesidad de la Unión Europea, por lo que muchos ciudadanos se han quejado de la falta de coherencia de la medida.

Como suele pasar ante este tipo de casos, antes de que la medida entrara en vigor este mes de octubre, los consumidores daneses fueron a sus hipermercados de confianza para hacer acopio de productos que se ven afectados por este gravamen, tales como la mantequilla, carne, leche, pizza o queso dejando prácticamente vacíos los estantes del súper. Los argumentos de las autoridades que han promovido esta medida, es que quieren reducir en un 10% la obesidad del país.

Pero los daneses han estado en contra de esta medida desde el principio. En Dinamarca, tan solo el 10% de ciudadanos padece obesidad y las muertes por enfermedades cardiovasculares en Dinamarca son de un 4%, por lo que los daneses denuncian que esta medida ha sido tomada únicamente con objetivos de recaudación. Algunos han ido más allá y han sacado a la luz pública algunos estudios científicos en los que muestran como otros productos tales como la sal, los hidratos de carbono o el azúcar, pueden resultar más perjudiciales para la salud.

Dentro de este gravamen, se incluyen todos los productos que contengan más de un 2,3% de grasa saturada, lo que implica que a partir de este mes de octubre, los daneses pagarán por cada kilo de grasa 2,16 € de impuestos. Es decir, pagarán un 30% más por un paquete de mantequilla, un 9% más por una bolsa de patatas fritas, y casi un 7% más por cada litro de aceite de oliva.

Por su parte, una investigación publicada en The Journal of Consumer Affairs realizado por la Universidad de Alberta, en Canadá en abril del año 2010, encontró que los etiquetados que advierten que un producto tiene, por ejemplo, un alto contenido de grasas saturadas, son más efectivos que los impuestos a la grasa.

Redacción QUO