Las lenguas huelen

No nos referimos al mal aliento mañanero, sino a que investigadores de Filadelfia revelaron la semana pasada que existen receptores olfativos funcionales en las células del gusto humano que se encuentran en la lengua, cuestionando la idea de que el olfato y el gusto se unen en el cerebro para producir sabor. De acuerdo con el Dr. Mehmet Hakan Ozdener, sus hallazgos abren la posibilidad de usar olores para engañarnos y hacer que disfrutemos de una alimentación más saludable.

Luces que desaparecen

Se cree que todos experimentamos una forma de ceguera inducida por el movimiento mientras conducimos por la noche, cuando las luces rojas de los autos en el frente desaparecen temporalmente si movemos nuestros ojos hacia el tráfico que se aproxima. Este fenómeno, donde el cerebro ignora o descarta la información visual cuando se coloca frente a un fondo en movimiento, se observó por primera vez en el laboratorio en 1965.

Mírame que no te oigo

Primero descrito en 1976, el efecto McGurk es una conexión entre la audición y la visión en la percepción del habla. Cuando el componente auditivo de una sílaba se empareja con el componente visual de otra, esto puede llevar a la percepción de un tercer sonido que no se ha dicho. Esto sucede porque el habla es percibida por el cerebro gracias a todos los sentidos trabajando juntos y a menudo no es consciente de las contribuciones sensoriales separadas de lo que percibe.​ Por lo tanto, cuando se trata de reconocer el habla, el cerebro no puede diferenciar si está viendo o escuchando la información entrante.

¿Le cambio la cuchara?

Una investigación llevada a cabo por la Universidad de Oxford en 2013 sugiere que el tamaño, peso, forma y color de los cubiertos tiene un efecto en cómo determinamos el sabor, lo que sugiere que el cerebro emite juicios sobre los alimentos incluso antes incluso de que entren en nuestras bocas. El yogur, por ejemplo, sabe más dulce en una cuchara blanca que en una cuchara negra.

«¿A qué huelen las cosas…

que no huelen?» No iban tan desencaminados los de la conocida marca de compresas en sus anuncios. Diversos experimentos muestran un cruce de la percepción humana entre el olfato y el sonido. En otro estudio de la Universidad de Oxford, se encontró que cuando se pidió a los participantes de un estudio que combinaran ciertos olores con instrumentos musicales y tonos: un piano olía a fruta, mientras que el latón tenía un olor a almizcle. Se cree que este fenómeno es causado por un área del cerebro llamada el tubérculo olfativo, que responde tanto a los estímulos auditivos como a los olfativos.

Esther Sánchez