El escritor y periodista Sergio Ramírez recibe hoy en Alcalá de Henares el Premio Cervantes, que distingue su excepcional trayectoria. Su carrera literaria se inició en 1960, cuando publicó su primer relato, titulado El estudiante, y tres años más tarde publicó su primer libro, una recopilación de cuentos.

Ramírez combinó la literatura con su trabajo como abogado y con la militancia política contra la dictadura de Somoza (una lucha en la que estuvo a punto de perder la vida) y, tras el triunfo de la revolución sandinista, fue nombrado por Daniel Ortega vicepresidente de Nicaragua, cargo que ocupó desde 1985 hasta 1990. Pero a partir de 1995, su relación con Ortega se enfrió, y llegó a mantener posturas muy críticas con su antiguo compañero, lo que le provocó numerosos problemas. Hasta el punto de que, en 2008, durante el segundo mandato de Ortega, el Instituto Nicaragüense de Cultura intentó vetar su inclusión como prologuista en una antología sobre el poeta nicaragüense Carlos Martínez Rivas que iba a publicar el diario El País.

En el ámbito literario, publicóalrededor de 26 obras de ficción, incluyendo novelas y antologías de relatos, y dieciocho libros de ensayo (la mayoría sobre política y periodismo). De entre su fertil producción, los especialistas destacan varias obras.

Mil y una muertes. Novela en la que la cámara de un fotógrafo sirve de trstigo de una historia en la que se cruzan Napoleón III y el mismisimo Flaubert.

El cielo llora por mí. Sergio Ramírez es un gran amante de la novela negra, y ha cultivado el género en varias ocasiones (incluso ganó el premio Dashiell Hammett, el más prestigioso de este género a nivel internacional). En esta novela, el relato policíaco se tiñe de desencanto político, al narrar la lucha del inspector Dolores Morán, antiguo guerrillero sandinista, contra los poderosos cárteles de la droga, y contra algunos de sus antiguos compañeros de armas, ahora instalados en el lado más corrupto del poder.

La fugitiva. En esta obra, el autor reconstruyó la vida de Amanda Solano, una bella y enigmática mujer costarricense, que publicó una única novela, militó en el partido comunista, y vivió su sexualidad de forma libre y si prejuicios.

Adiós, muchachos. Una de sus obras más personales, en la que relata su experiencia como vicepresidente de Nicaragua, y describe como la ilusión generada por el triunfo de la revolución sandinista se fue transformando en una amarga decepción.

Un baile de máscaras. Una novela de corte costumbrista y gran carga humorística, ambientada en un pequeño pueblo latinoamericano. La acción gitra en torno al nacimiento de un niño el mismo día en que se celebra un baile de máscaras. Y en torno a dicho alumbramiento, se irá tejiendo una intrincada red de relaciones entre curiosos y pintorescos personajes.

Y para cerrar esta pequeña reseña, hemos seleccionado cinco destacadas frases del gran escritor nicaraguense.

«La Historia y la Filosofía se diferencian en que la Historia cuenta cosas que no conoce nadie con palabras que sabe todo el mundo; en tanto que la Filosofía cuenta cosas que sabe todo el mundo con palabras que no conoce nadie».

«El escritor no es otra cosa que un cazador de monstruos».

«Puede ocurrirque sigas con el aguijón clavado en el alma aunque tú ni te percates».

«Para la inquina solapada y para la falsa piedad somos maestros».

«Al inicio de la revolución hubo grandes estrategas, que eran jóvenes de 20 o 22 años, que en muchos casos nunca habían ido a la escuela y que, tras el triunfo de la revolución, ya no servían para nada y terminaron en el alcoholismo o el suicidio… fueron los primeros derrotados de la revolución».

Vicente Fernández López