La piel es la primera línea de defensa del cuerpo, tanto física como inmunológicamente. “Estudios recientes han demostrado que el microbioma de la piel humana desempeña un papel importante en la función del sistema inmunológico, las enfermedades localizadas y sistémicas y la infección – señala Marisa Chattman Nielsen, de la Universidad de California – . Un microbioma sano nos protegede la colonización y la infección por microbios oportunistas y patógenos”.

Nielsen es la autora principal de un estudio presentado en ASM Microbe 2019, la reunión anual de la American Society for Microbiology que concluye que nadar en el océano altera el microbioma de la piel y puede aumentar la probabilidad de infección.

“Nuestros datos demuestran por primera vez que la exposición al agua del océano puede alterar la diversidad y composición del microbioma de la piel humana – añade Nielsen –. Al nadar, las bacterias residentes en nuestra piel, se iban con el agua y las reemplazaban otras nativas del océano”.

El equipo de Nielsen detectó bacterias oceánicas en todos los participantes del estudio después de que estos se hayan secado al aire y hasta seis y 24 horas después de nadar.

La investigación fue motivada por estudios previos que mostraron asociaciones entre nadar en mar abierto y las infecciones. Los estudios señalaban que esta práctica duplicaba el riesgo de problemas generales del oído y aumentaba un 29% la probabilidad de diarrea y otras enfermedades gastrointestinales, entre otras. Los cambios en el microbioma pueden hacer al huésped susceptible a infecciones e influir en la evolución de ciertas enfermedades. La exposición a estas aguas puede causar enfermedades gastrointestinales y respiratorias, infecciones del oído e infecciones de la piel.

En el estudio liderado por Nielsen, antes de nadar, todos los individuos tenían diferentes comunidades de bacterias en la piel, pero después todos tenían comunidades similares».

«Un hallazgo muy interesante fue que las especies del género Vibrio que detectamos (que incluyen la bacteria come carne y la responsable del cólera) se detectaron en cada participante después de nadar en el océano – concluye Nielsen –. Aunque muchos Vibrio no son patógenos, el hecho de que los recuperásemos en la piel después de nadar demuestra que las especies patógenas de Vibrio podrían persistir en la piel”.

La fracción de especies de este género detectadas en la piel humana fue más de 10 veces mayor que la fracción en la muestra de agua del océano, lo que sugiere una afinidad específica para la adhesión a la piel humana.

Juan Scaliter