A un lado, leche de vaca, desnatada, entera, semi, fresca o pasteurizada. Al otro, leche de avena, de almendras, de arroz o de soja. Frente a este repertorio lácteo, ¿cuál es la mejor? El ser humano es el único mamífero que sigue consumiendo leche una vez pasada la infancia. Solo en España, la industria láctea supone un negocio de 9.500 millones de euros anuales y el 2% de la producción industrial, según la Federación Nacional de Industrias Lácteas. Y, sin embargo, cada vez tomamos menos leche de vaca. ¿Son más saludables las versiones vegetales?
Para empezar, la Unión Europea prohíbe que se denomine leche a bebidas de extractos vegetales, como la llamada leche de soja. El Tribunal de la UE cree que el uso de términos como leche, nata, Chantilly, mantequilla, queso y yogur no marcan con certeza el origen del producto y pueden inducir a error en los consumidores. Por tanto, no podrán ser usados en productos de origen vegetal.
En España, Inlac, la organización interprofesional del sector lácteo, recuerda la importancia de consumir un mínimo de tres raciones diarias de lácteos en niños y adolescentes con el fin de alcanzar las recomendaciones nutricionales que aconsejan los expertos y prevenir, entre otros, problemas óseos en la edad adulta. Alerta, además, del descenso en el consumo de leche y lácteos (-6,35% de leche líquida y -0,72% de derivados lácteos), y considera la escuela un espacio que puede ayudar a revertir el descenso en el consumo.
En Oriente la confusión es mayor
China vive en este momento un intenso debate. No hay cultura láctea en su población y los consumidores ni siquiera saben cómo usar los productos. Los estudiantes reciben un vaso de leche gratis todos los días como consecuencia de una medida aprobada hace más de una década para satisfacer las necesidades nutricionales de la infancia. En el sector se anticipa que hacia el año 2022 el consumo será más alto incluso que el de EEUU, lo que ha llevado a una competencia feroz entre las diferentes tipologías.
Según el diario The South China Morning Post, la gran mayoría de los chinos son intolerantes a la lactosa, por lo que muchas marcas extranjeras están tratando ya de introducir sus alternativas veganas. El informe Chinese Quocient recoge una encuesta realizada a 4.000 habitantes de más de 20 ciudades chinas que dice que el consumo de leche en China está en sus niveles más bajos. «Los consumidores chinos tienen conciencia de que la leche es buena para su salud, pero el público no sabe cómo tomar correctamente los productos lácteos y, lo que es más importante, no tienen formado el hábito. La tarea de mejorar la educación nacional en salud nutricional va a resultar ardua» indica Wu Qiulin, una de sus autoras.
El informe muestra que solo el 43% de los encuestados conocen las pautas y poco más del 22% las cumple. Más de 50 millones de chinos nunca beben leche porque no les gusta el sabor y no están acostumbrados a beberla. Algunos fabricantes de productos lácteos están introduciendo productos diferenciados como la leche sin lactosa o distintas variedades veganas. Aun así, el consumo anual de productos lácteos por habitante es de unos 36 Kg anuales, frente a los 50 Kg en países vecinos, como Japón y Corea del Sur.
Según Zhang Liebing, profesor de la Universidad Agrícola de China, en los barrios más adinerados de la principales ciudades, empieza a advertirse un cambio estructural en el consumo de leche pura de alta calidad, yogures y queso que, dice, será muy favorable, aunque la población siga sin saber si la opción vegana es más saludable que la animal.
Marian Benito