Cuando tenemos apetito, el cuerpo nos está avisando de una necesidad primaria. Como del alimento depende nuestra superviviencia, se activan todos los mecanismos de alerta, y ellos pueden desencadenar la ira.
Esta puede ayudar a deshacernos de los obstáculos que se interpongan entre la comida y nosotros, porque nos predispone a la lucha, la caza y demás. Además, hay una razón química: la hipoglucemia, que produce también trastornos en el comportamiento.
Redacción QUO