La Clínica Planas no es la única que visita el monarca en Barcelona; también va al Instituto Vascular Sala-Planell, especializado en angiología, cirugía vascular y endovascular. El instituto está ubicado en el exclusivo Centro Médico Teknon, un hospital privado inaugurado en 1994 en el que trabajan más de 2.000 profesionales, y en el que también ha dado a luz la infanta Cristina. En su estancia en el hospital, la infanta se alojó en una suite en la zona VIP, un área restringida que el centro se vio obligado a ampliar a los tres años de su inauguración por la creciente demanda de clientes; en estos momentos ocupa 60 de sus 300 habitaciones. El coste de un parto normal con alojamiento en esta zona ronda los 5.000 euros; unos 6.000 si precisa cesárea. Las personas que son atendidas en este área tienen a su disposición el Club Teknon, un conjunto de servicios cinco estrellas: botones, asistente personal, kit exclusivo de productos cosméticos y de baño, desayuno para los acompañantes del enfermo, gestión de visitas turísticas a la ciudad… “Aspiramos a la excelencia para que la estancia sea tan confortable y satisfactoria como sea posible”, reza la información que facilitan en Teknon. En otros centros, como la Ruber de Madrid, la atención llega al detalle de proporcionar los traslados en helicópteros medicalizados desde Madrid a cualquier parte del mundo. ¿Te imaginas que necesitaras algo parecido en un centro público? Son los privilegios exclusivos que disfrutan las personas que ocupan los primeros despachos y residencias de un país. El objetivo del hospital es satisfacer sus necesidades y, en ocasiones, sus caprichos. Cuando Leticia Ortiz se instaló en Zarzuela, obligó al servicio médico de la Clínica Ruber a desplazarse a palacio para visitar a la infanta Leonor, rompiendo la costumbre de los miembros de la Casa Real de trasladarse ellos. La fórmula de atención exclusiva que han incorporado estos centros es calcada a la que se ofrece muchos otros de Estados Unidos. En el Hospital de la Universidad George Washington ofrecen “comodidades de un hotel de lujo y todas las ventajas clínicas de un hospital de primera clase”. Se dirigen a sus potenciales clientes con frases como: “Rodéese de muebles finos y de estilo”, o “Proteja cada centímetro de su cuerpo con toallas lujosas, batas y pantuflas divinamente cómodas”. Y todo por 150 euros al día.
Tratarse en el extranjero
El servicio hotelero es la menor factura que tiene que pagar un cliente VIP; la minuta por consulta de algunos médicos de centros privados en España es de 600 euros. En Estados Unidos, destino principal de los que salen fuera para recibir tratamiento, los costes se disparan hasta los 150.000 euros que llegan a cobrar los más reputados cirujanos como Patrick Wals. La cuestión que se plantea es si merece la pena un desembolso de estas características. Según el último Eurobarómetro, siete de cada diez españoles están abiertos a traspasar las fronteras para recibir atención médica. El porcentaje llega casi al 100% si de lo que se trata es de recibir un terapia no ofertada por el Sistema Nacional de Salud; el 87% estaría dispuesto a salir fuera si esto fuera garantía de una mejor calidad asistencial. La rapidez en el atención empujaría a buscar tratamiento en otro país a siete de cada diez encuestados, y el 60% lo haría para ponerse en manos de un reputado especialista. Pero una cosa es cuántos estarían dispuestos y otra muy distinta cuántos lo hacen. La cifra no es precisamente pequeña, ya que un 3% de los españoles recibió atención medica el año pasado en un hospital extranjero. ¿Está justificado? Según Albert Jovel, presidente del Foro Español de Pacientes, “España tiene el suficiente nivel asistencial como para que nadie precise irse fuera”. No estaría justificado. Este mensaje es repetido por los médicos, pero choca con el hecho de que muchos famosos cuando tienen un problema grave acudan al M. D. Anderson de Houston o al Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York. La afluencia de europeos en estos hospitales era tan alta que hace unos años incluso decidieron abrir centros satélites en nuestro continente, concretamente en España, el M.D. Anderson, en Madrid, y el Memorial en Barcelona. Pero recurrir a un centro de referencia internacional no siempre es garantía de curación. Rocío Jurado lo comprobó en carne propia; su tratamiento en Estados Unidos resultó inútil. Cuando el doctor Emilio de Vicente, uno de los mejores cirujanos de España, salió del quirófano de Montepríncipe de Madrid donde le operó el cáncer de páncreas, sabía que la curación era imposible. ¿Por qué la familia de la chipionera decidió entonces acudir a Houston? Muchas veces, lo que un VIP busca en un centro privado, dentro o fuera de España, más que un tratamiento (en este caso era similar al que podían proporcionarle en Montepríncipe) es custodiar su intimidad. Y los hospitales y sus profesionales son conscientes de ello; al hacerlo están protegiendo su propio negocio. De la Clínica Universitaria de Navarra no ha salido ni un solo dato sobre la ayuda médica que recibió durante toda su carrera deportiva el pentacampeón del Tour, Miguel Indurain. Qué papel jugaron los médicos del centro en los resultados del ciclista es un enigma; lo cierto es que durante años se convirtió en una especie de laboratorio de alto rendimiento. Por las manos de Javier de Benito, vicepresidente de la Sociedad Internacional de Cirugía Estética y Plástica, y por las de su equipo pasan cada año más de 1.000 pacientes, la mitad de ellos extranjeros. Gina Lollobrigida ha comprobado su destreza con el bisturí. También el ex presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, quien en contra de lo que suele ser habitual entre los políticos, reconoció haberse operado las bolsas de los ojos para mejorar su imagen pública. Pero de boca del cirujano no sale ni un solo nombre. La discreción no solo caracteriza sus palabras, también su forma de operar. Junto a otros colegas ha roto con la tendencia tan americana de hacer intervenciones llamativas y ha impuesto otra basada en la naturalidad. Miguel Bosé pasó por la clínica hace unos años, aunque nadie fue capaz de averiguar qué se había hecho exactamente ni en qué parte del cuerpo.
EL CLUB VIP
En España funcionan alrededor de 500 hospitales privados, la mayoría pequeños y especializados. Entre todos ellos sobresalen cuatro. Son el club VIP de la sanidad privada, bien por su carácter exclusivo o porque destaquen en su calidad asistencial. De estos últimos, la Joint Comissión International, que valida la calidad de los hospitales, ha acreditado la de dos centros privados españoles con todas las especialidades: Teknon y la Clínica Universitaria de Navarra.
Centro Médico Teknon. PRIVADO Y EXCLUSIVO. Solo tiene pacientes privados (no de aseguradoras como la Ruber o la Universitaria). Es el centro de referencia de la burguesía catalana. Por sus habitaciones han pasado Terenci Moix, Monserrat Caballé, Jordi Pujol o la infanta Cristina.
Clínica Planas. ESTÉTICA DE LUJO. La clínica barcelonesa está especializada en cirugía estética y reparadora. Fundada en 1970, hace gala de su carácter exclusivo. Fe de ello da el más ilustre de sus clientes, el Rey. También, el que haya abierto sede en el elitista barrio Salamanca de Madrid.
Clínica Universitaria Universidad de Navarra. MODELO AMERICANO. Integra investigación, docencia y atención clínica. Es el único hospital privado autorizado por la ONT para realizar trasplantes, pero, sobre todo, es una referencia en oncología. Sobresale por ser el centro que más chequeos realiza a altos ejecutivos.
Ruber. CENTRO INTEGRAL. Los dos centros que funcionan en Madrid destacan por estar a la vanguardia en tecnología médica. Fue el primer hospital español en incorporar el robot quirúrgico Da Vinci y el GammaKnife, un dispositivo para aplicar radiocirugía intracraneal.
Redacción QUO