El primero, la ranamicina, ya es incluso un nombre comercial: el equipo del doctor Alfonso Islas, de la Universidad de Guadalajara (México), comenzó a probarla en caballos y ganado vacuno, y ante los buenos resultados, el Instituto Dermatológico de Jalisco autorizó su uso en humanos para el tratamiento del pie de atleta, la tiña y el acné. En la actualidad se está estudiando su eficacia en la prevención de infecciones oculares posquirúrgicas. En cuanto a la cocodrilina (o aligacin, como dicen en EEUU), todavía está en fase de estudio su actividad frente a numerosas bacterias. Y un derivado del esterol, la escualamina, aislado de la sangre del tiburón, también tiene propiedades antibióticas. Además, se están haciendo ensayos clínicos para testar su eficacia en el tratamiento de varios tipos de cáncer, como el de útero. Por cierto, esta sustancia fue descubierta por Michael Zasloff, el primer científico que halló un péptido antimicrobiano en las ranas.
Redacción QUO